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Así opera el cartel de la escopolomina en Medellín

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Así opera el cartel de la escopolomina en Medellín

El Centro, Laureles, El Poblado y algunos sectores de Itagüí están en la lupa de las autoridades, por concentrar la mayor cantidad de denuncias.

Detrás del trato amistoso de un recién conocido, puede anidar la oscura intención de un atraco intoxicando a la víctima.

Así dieron inicio todas las historias que terminaron engrosando una preocupante estadística: 602 personas afectadas por hurtos en Medellín, entre 2016 y 2018, a manos de delincuentes que sometieron su voluntad suministrándoles drogas.

EL COLOMBIANO conoció las cifras del Sistema de Información para la Seguridad y Convivencia (Sisc) de la Alcaldía, así como una investigación de la Fiscalía General de la Nación basada en el análisis de 500 denuncias. Sumado a esta información, las entrevistas con investigadores de la Policía y expertos permitieron construir el presente informe sobre las características de este fenómeno en la ciudad (ver la infografía anexa).

La mayoría de los crímenes se concentran en el Centro, El Poblado y Laureles, así como en un sector comercial de Itagüí. En pocos casos se trata de un hurto al azar, ya que los verdugos hacen una evaluación previa de la víctima, buscando desocupar sus cuentas bancarias o hurtar objetos de valor de su vivienda.

En contra la creencia popular, de que son las mujeres los principales “ganchos” para atraer a los incautos, encontramos que los hombres tienen una mayor participación en estas cuestiones, siendo perpetradores y agraviados en igual medida. Los homosexuales son blancos frecuentes, aunque no todos denuncian.

El subregistro de este flagelo, dicen los conocedores, puede ser muy alto, por dos razones: las sustancias usadas desaparecen rápido del cuerpo, lo que dificulta el rastreo y categorización del delito; y que los afectados no siempre cuentan la verdad para no exponer su reputación, o son turistas que jamás vuelven a la ciudad.

Así contactan a las víctimas

Según la investigación de la Fiscalía, los bares, tabernas y discotecas son los lugares en los que más se establecen contactos entre el victimario y su víctima, con 228 casos en los últimos dos años; le siguen los taxis (45); redes sociales (17); y la casa del afectado (14), que por lo general es una mujer sola o un anciano, adonde entran los delincuentes pidiendo un baño prestado o un vaso de agua.

Otra modalidad detectada es la oferta laboral o la falsa promesa de compra: el delincuente le pone una cita a un vendedor o a un desempleado, y durante la conversación le suministra la sustancia.

En cuanto al internet, las redes sociales más usadas para estos contactos son Facebook, Tinder, Badoo y Colombian Cupid, según los investigadores. Añaden que el gancho es un encuentro sexual y que los victimarios prefieren a los turistas extranjeros, que luego de padecer la fechoría abandonan el país, lo que dificulta la investigación.

Para probar qué tan fácil es para un extranjero obtener ofertas sexuales en Medellín, EL COLOMBIANO hizo un ejercicio en Tinder, la misma red social que usó el fallecido Ramazan Gencay. El 31/1/19, el mismo día que capturaron a los cuatros sospechosos de asesinarlo, creamos un perfil con un nombre ficticio, de un ingeniero estadounidense de 36 años, de paso por Medellín. Al azar dimos like a 50 mujeres del rango 18 a 25 años, y en las primeras cuatro horas hicimos “match” con nueve. De ellas, cuatro ofrecieron servicios sexuales en el chat privado, a pesar de que en sus perfiles no se promocionaban como “scorts”.

Zonas críticas

Los lugares en los que más se concentran los hurtos con sustancia tóxica, según los investigadores de la Policía y la Fiscalía consultados (ver el mapa anexo), se caracterizan por la presencia de bares, discotecas y restaurantes, con gran cantidad de visitantes y turistas extranjeros. En el caso del centro de Medellín, hay preponderancia de sitios frecuentados por la comunidad Lgtbi.

La Candelaria (comuna 10): Parque del Periodista, Plaza de Botero, Parque de San Antonio, barrio El Chagualo, U. de A. (por la calle 67-Barranquilla), calle 33 x Av. Oriental (barrio San Diego), barrio San Benito, sector El Raudal y calle 58 x cra 47.

El Poblado (comuna 14): Parque Lleras y Parque de El Poblado.

Laureles (comuna 11): Corredor Turístico de la 70 [carrera 70 entre la estación Estadio del Metro (calle 47D) y la U.P.B. (circular 1era)] y Zona Rosa de la 33 (la calle 33 entre la Avenida 80 y la cra 65).

Itagüí: Barrio San Fernando, sector La Raya, Central Mayorista.

En algunos casos, el victimario aborda a la víctima en uno de estos sitios, y después se van de remate para otro, en la misma ruta. Un ejemplo de esta situación se presentó con el docente Jairo Rodas, el pasado mes de diciembre, cuando conoció a unas mujeres en el corredor turístico de La 70 y de allí se fueron a continuar la rumba en el parque Lleras, con un desenlace fatal. En otros eventos, la cita comienza en El Poblado y continúa en las discotecas de Itagüí, según lo referido por los afectados.

Un delito muy masculino

Uno de los mitos ligados a este problema es que la mayoría de “escopolaminadoras” son mujeres. En realidad, las denuncias recibidas por la Fiscalía de Medellín indican que en 168 casos los agresores eran hombres, mientras que 97 fueron perpetrados por mujeres. En cuanto a las víctimas, los hombres llevan la peor parte, con 358 denuncias interpuestas, mientras las mujeres formularon 88 (periodo enero 2017- abril 2018).

Una parte importante de los afectados son homosexuales, sobre todo en el circuito del Centro de Medellín. Alejandro Gamboa, activista de los DD.HH. y de la comunidad Lgbti, opina que “por cuestiones culturales, los espacios en los que más socializan las personas del mismo sexo siguen siendo los lugares de rumba, y eso los hace más vulnerables a este delito”.

Muchos afectados “no han salido del closet”, por lo que omiten las denuncias, para no revelar su condición homosexual. “Esto hace que el problema sea más invisible y que las bandas dedicadas a esto vean una oportunidad”, y agrega que “esto también se presenta en los hombres heterosexuales, que por esa visión del machismo tampoco quieren ser vistos como víctimas, y no denuncian”.

Sustancias más empleadas

Escopolamina: fabricada con la semilla pulverizada del árbol llamado borrachero. Suele disolverse en líquidos (licor, agua, jugo, gaseosa). También se le denomina burundanga.

Benzodiacepina: medicamento que actúa sobre el sistema nervioso central, que produce efectos sedantes en pacientes con trastornos sicóticos, de ansiedad, epilepsia, entre otros.

Fenotiazina: compuesto químico para tratar personas con trastornos mentales, aunque en los animales también se emplea para eliminar lombrices parásitas.

Estos tóxicos los suministran de cuatro formas, según los investigadores:

En bebidas: es la forma más común, el compuesto se tritura y se disuelve en licor, agua, jugo o gaseosas. En algunos casos de intercambio sexual, el verdugo toma la bebida y – sin ingerirla – la pasa de boca a boca a su víctima.

En mecato: las pastillas se pulverizan y se camuflan dentro de galletas dulces.

Vía aérea: es una rareza, pero varios pasajeros denunciaron que, antes de perder el conocimiento, el taxista tenía una loción muy fuerte, o que agitó un trapo o periódico. El toxicólogo Hugo Gallego dice que estos casos son difíciles de confirmar en laboratorio, pero no descarta el empleo de anestésicos volátiles por parte de delincuentes.

Tacto: otro método atípico y difícil de rastrear en laboratorio. Algunas víctimas indican que recibieron volantes o les ofrecieron algún producto en la calle, antes de padecer la amnesia. Gallego añade que es posible que utilicen alguna sustancia lipofílica, que se absorbe por la piel (parecida al jabón), aunque el efecto es mucho más lento.

Efectos del coctel

Hugo Gallego Rojas es toxicólogo clínico, con más de 20 años de experiencia, y docente de Medicina de la U.deA. Explica que la mayoría de sustancias empleadas desaparecen del cuerpo a las 6 horas después de la ingesta, por lo que es difícil identificar con exactitud qué le dieron a una persona. “Los efectos inmediatos de estas sustancias son: sensación de mareo y somnolencia, dificultad para hablar y caminar, y pérdida de la voluntad, por lo que la víctima acata las órdenes del delincuente, quien finge que la quiere auxiliar. Luego hay lagunas mentales y pérdida de memoria a corto plazo”, dice.

Cuando la víctima muere, las causas suelen ser: sobredosis de la sustancia, mezcla con licor y otras drogas o la preexistencia de una enfermedad que agrava la condición (problemas cardiacos, hipertensión arterial, entre otras).

Uno de los casos que Gallego más recuerda es el de una enfermera de Medellín, que sufrió esta situación hace unos años: “quedó con rasgos de demencia, hablando sola, desconectada de la realidad. A eso le llamamos sicosis escopolamínica”.

La estrategia contra el delito

El secretario de Seguridad de Medellín, Andrés Tobón, precisa que esta conducta ilegal implica varios tipos penales: hurto calificado y agravado, secuestro simple (en casos de “paseo millonario”) y hurto por medios informáticos (sustracción del dinero en cajeros y de tarjetas bancarias).

“En materia de estrategia contra este delito, hemos priorizado los casos en que se evidencia la actuación de bandas organizadas, en las que las mujeres hacen el primer contacto con el ciudadano y suministran la sustancia, y después participan hombres que lo transportan y le roban. Son unas cuantas estructuras las que cometen la mayoría de los robos”, dice el funcionario.

Un ejemplo de esto es la captura de cuatro personas implicadas en el caso del turco Ramazan Gencay, que estarían involucradas en otros episodios con más víctimas.

Tobón resalta la importancia del autocuidado: “en lugares de rumba y consumo de licor, es preferible estar acompañado de personas de confianza, para que el estado de alicoramiento no nos haga vulnerables. Hay que tener en cuenta que en la calle no todo el que nos trata bien en un amigo”.

Sin embargo, hace énfasis en que “la culpa nunca es de la víctima, pues hay estructuras criminales dedicadas a esto y las estamos persiguiendo a todas, sin ningún grado de tolerancia, hasta que caigan”.

Casos:

Ramazan Gencay: catedrático experto en Finanzas, de 57 años, nacido en Turquía y residente en Canadá. Tras contactar a una mujer por Tinder, el 06/12/18 fue intoxicado con benzodiacepina en un bar de La 70, lo que le produjo la muerte. Le robaron dinero de tarjetas bancarias y abandonaron el cadáver en el corregimiento Palmitas. Un hombres y tres mujeres capturados por el crimen.

Jairo Rodas Areiza: docente del ITM y la U. Nacional, de 33 años. El 30/12/18 se encontró con unas mujeres en La 70 y con ellas se fue de remate de rumba al Parque Lleras, donde le suministraron el tóxico y le hicieron el paseo millonario por cajeros electrónicos. Lo abandonaron en una vía de Buenos Aires, pero la dosis fue mortal. Sin capturas por el momento.

Víctor Cuerdo Valencia: ingeniero electrónico cubano, de 49 años, quien vino a Medellín a un seminario. El 06/12/17 fue al Parque Lleras con un amigo hondureño y dos mujeres, quienes los intoxicaron, les robaron y los dejaron abandonados en una vía del municipio de Caldas. Cuerdo falleció por la sustancia que le suministraron.

Fuente El Colombiano

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