María Corina la mujer berraca que le tomó el Cabello al chavismo

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María Corina Machado no necesitaba ganarse el premio Nobel de la Paz para pasar a la historia como una de las grandes mujeres de Latinoamérica. Sin embargo, ese reconocimiento tiene un valor inmenso para ella y para la lucha por restablecer la democracia en Venezuela.

María Corina es una gigante que se ha enfrentado durante dos décadas a la tiranía chavista, con su carisma, su honestidad, su empatía, su enorme valor y su amor por Venezuela como únicas armas.

Es ingeniera industrial, con especialización en finanzas por el Instituto de Estudios Superiores de Administración (IESA),  prestigiosa escuela de negocios en Venezuela. Además es egresada del programa de líderes mundiales en políticas públicas de la Universidad de Yale, en Estados Unidos.

María Corina proviene de una familia acomodada y habría podido dedicarse a sus negocios particulares, a gerenciar una multinacional o a simplemente a ser una bella “mujer florero” pero no pudo ser indiferente a la tragedia que vive su país, subyugada por una dictadura cada vez más violenta y corrupta.

Lleva 23 de sus 56 años de vida luchando contra esa tiranía. Comenzó siendo una más dentro del variopinto grupo de la oposición venezolana y poco a poco fue escalando hasta constituirse en la lideresa indiscutida no sólo de la oposición sino de todo el país. Y su prestigio trasciende fronteras.

María Corina es una líder mundial, reconocida en todo el planeta por su lucha perseverante y valiente contra la tiranía que gobierna su país. Esa sí es una verdadera líder orbital, a diferencia de Gustavo Petro, el aliado del tirano Maduro,  que sin tener el menor mérito, más allá de sus peroratas deshilvanadas y de sus causas delirantes, se autoproclama líder intergaláctico.

Esta mujer divorciada y madre de dos hijos ha sido una verdadera piedra en el zapato para el chavismo que no ha sabido como neutralizarla, como hizo con Leopoldo López, Capriles, Antonio Ledesma y demás figuras de la oposición del vecino país.

Intentó comprarla como hizo con Capriles o amedrentarla  como hizo con Leopoldo y Ledesma. Pero no logró ni lo uno ni lo otro.

 Mientras muchos de los opositores decidieron salvar el pellejo poniendo pies en polvorosa, María Corina le dijo a Venezuela aquí estoy y aquí me quedo. Ese es uno de los gestos que llevaron a los venezolanos a enamorarse de ella.

El chavismo ha intentado de todo para sacarla del “ring”: le han inventado toda clase de delitos, la han tildado de traidora a la patria, la han acusado de ser una agente del “imperialismo Yanki”, le proscribieron sus derechos políticos.

Esa persecución implacable la tiene viviendo en la clandestinidad desde julio del año pasado, cuando Maduro se robó de la forma más descarada las elecciones que ganó Edmundo González, el candidato de María Corina.

El torpe sátrapa venezolano y su socio, el corrupto y sanguinario Diosdado Cabello, no han hecho sino contribuir a agigantar la figura de María Corina. Con cada acción que cometen contra ella, el prestigio de esta mujer crece.

Lo que ocurrió en las elecciones del año pasado refleja la dimensión que ha alcanzado María Corina en su país. Como está inhabilitada, por cualquier argucia jurídica para ejercer la política, en una jugada muy hábil decidió respaldar la candidatura presidencial de una tocaya, Corina Yoris. La transferencia de votos era fácil, bastaba con invitar a los venezolanos a votar por Corina. El triunfo estaba asegurado.

Pero, la justicia de bolsillo del chavismo también inhabilitó a la segunda Corina y a María Corina le tocó salir a buscar otro candidato. Y lo encontró: Edmundo González, un respetable anciano por el cual la agente votó masivamente solo porque se lo pidió María Corina.

El chavismo entendió que de nada servía seguir inhabilitando candidatos porque la gente en el fondo no estaba votando por Corina Yoris ni por Edmundo sino por María Corina Machado.

Pueden tener por seguro que si María Corina hubiera respaldado al pato Donald, Daisy se hubiera convertido en la primera dama venezolana

Como le ocurrió al general Franco, que estaba convencido al morir que había dejado todo “atado y bien atado” para que el franquismo siguiera gobernando España, Maduro estaba convencido de que tenía todo “atado y bien atado” para perpetuarse en el poder.

Pero no contaba con que esta mujer tozuda conquistara el corazón de los venezolanos y pusiera contra las cuerdas su régimen,

El gran significado que tiene el premio Nobel ganado por María Corina es que la volvió intocable. Ni el pueblo venezolano ni la opinión pública mundial tolerarían ninguna acción del chavismo contra esta mujer. Entró a la categoría de leyenda.

Por muy bruto que sea, Nicolás Maduro debe tener muy claro que la excusa que está esperando el “bravo pueblo” para levantarse es que le hagan algo a su líder. Mejor dicho, el nobel blinda a María Corina de cualquier agresión por parte de la dictadura chavista.

Con el paso de los días sabremos si este reconocimiento mundial a María Corina Machado es el golpe de gracia que se requería para tumbar al régimen chavista.

Lo que sí es indiscutible es que mientras Nicolás Maduro será recordado como un dictadorzuelo más, esta mujer pasará a la historia como la heroína que enfrentó con una valentía y una solvencia moral únicas una de las más sanguinarias dictaduras de la historia latinoamericana.

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