La Alcaldía destinó $7 mil millones a la feria de arte con más de 200 artistas que se tomarán la ciudad para reivindicar el significado de ser feliz en Bogotá
Ser feliz se volvió una obligación prescrita por la autoayuda, un espejismo que resulta no solo degradando, sino vulgarizando la actual sociedad consumo. Aunque todo el mundo usa la palabra felicidad, nadie sabe a ciencia cierta de qué se trata ser feliz, si tiene un carácter más eudaimónico o kantiano, si se consigue algún día o si alguien, en algún rincón del planeta, lo ha conseguido.
Nunca ha dejado de ser sospechoso cuando alguien asegura ser feliz. Tampoco es menos problemático cuando alguien nos hace la dichosa pregunta: ¿eres feliz? Es como si nos lanzara una roca gigante que se dirige a todo el centro de la cara sin la más remota posibilidad de que la podamos esquivar.
En esta enigmática característica de la felicidad se interesó con gran ahínco la respetada artista santandereana, Beatriz González, quien con su magistral talento consiguió hacer de la imperfección una virtud. González le contó a Las2orillas que estaba hastiada de que la crítica le dijera que era una artista fina e inteligente, así que decidió abanderar su trabajo con imágenes planas y defectuosas que salían en los diarios impresos, sacando a la luz poderosos iconos que revelaron creencias, valores e imaginarios populares de la gente.
Muestra de ello ocurrió a mediados de los 70, cuando le sacó fotocopia a unas imágenes de prensa que le había regalado su amigo Pablo Leyva y las sobrepuso en un patrón de flores, consiguiendo producir un collage en el que con asombrosa perspicacia abordó el tema de la felicidad.
En los recortes se muestra a una enfermera, una maestra, un albañil, un ingeniero, un mecánico y un vendedor de revistas, quienes expresan sus más profundos anhelos, mientras, indirectamente, muestran lo infelices que son sus respectivos oficios.
La obra titulada La Felicidad de Pablo Leyva (1977) muestra con admirable lucidez que lo que las personas consideraban que los haría felices se encontraba fuertemente atravesado por el espíritu de consumo transmitido por la publicidad y la televisión.
El ver la obra de González a la luz del momento actual hace que esta cobre tanta vigencia como cuando vio la luz hace más de 40 años. Los medios de comunicación, las redes sociales, la literatura de autoayuda han imbuido a la gente en una anestesia social que impide el conocimiento y la reflexión.
Como dice el filósofo surcoreano Byung Chul-Han, la positividad de la felicidad encamina a una autooptimización o una autorrealización que proporciona una ininterrumpida capacidad de rendimiento en la que el sujeto no es consciente de su sometimiento.
Así las cosas, el sujeto cree que se está realizando como individuo libre mientras recorre las inagotables sendas de la esclavitud neoliberal guiada por el consumo. Tal como en la obra de González, donde la gente creía que iban a ser felices si conseguían casas de 3 pisos, dinero para vivir como reyes, viajar a Europa, etc.
Bajo este escenario se inscribe la primera Bienal Internacional de Arte y Ciudad de Bogotá (BOG 25), que se titula Ensayos sobre la Felicidad, la cual quiere proponer una reflexión crítica sobre lo que significa ser feliz en una ciudad como Bogotá.
El título de la Bienal se muestra como un gesto en el que la gente no solo va a recibir una prescripción de lo que es la felicidad, sino que van a poder ensayar, reflexionar y experimentar para poder realizar en conjunto una construcción del concepto de felicidad.
Asimismo, la propuesta por descentralizar también la concepción tradicional de la bienal, entendida no solo como una vitrina internacional, sino como un proceso de mediación cultural que reconoce y dialoga con las múltiples capas sociales que conforman la ciudad. Va a permitir caminarla, habitar y observar la ciudad desde otras perspectivas, rasgo que convierte esta Bienal en un auténtico ejercicio de ensayo.
Este rasgo tan peculiar de la primera de Bienal Internacional de Arte y Ciudad de Bogotá (BOG 25) se debe a que sus organizadores la concibieron como una “obra en construcción”. Para este momento, la Alcaldía ha invertido $7 mil millones en esta “obra en construcción” para que confluyan diferentes prácticas artísticas, memorias barriales y proyecciones de futuro, a lo largo ancho de la ciudad, con el fin de que el arte llegue a todos los rincones de la capital.
La Bienal se desarrollará desde el 20 de septiembre hasta el 9 de noviembre de 2025. Durante estas 7 semanas contará con más de 200 artistas nacionales e internacionales con obras que se encuentran dentro de una estructura articulada de seis líneas conceptuales que permiten explorar la felicidad desde distintas aristas.
En ese terreno de galerías, graffitis, ferias, arranca la próxima semana, la primera Bienal Internacional de Arte y Ciudad de Bogotá (BOG 25) con una vocación expansiva tanto en términos geográficos como en su capacidad de resignificar el imaginario que los habitantes de Bogotá tienen de su ciudad. Quizás, en ese espacio de encuentro artístico, se abra un hueco para ensayar nuevas formas para ser verdaderamente feliz en Bogotá.
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