No todos respaldaron la decisión del Departamento de Estado, desde Nueva York Sebastián González analiza la respuesta de columnistas y formadores de opinión
Resultaba osado que el presidente que el presidente Gustavo Petro, enfundado en una camisa de flores y megáfono en mano, se desmandara en una plaza de Nueva York contra la política que Estados Unidos ha observado frente a la sangrienta ocupación israelí de la Franja de Gaza y mucho más que invitara a los soldados americanos a ponerse en trance de desobediencia contra su jefe Donald Trump.
Cualquiera que hubiera sido la naturaleza de su cálculo político de actuar así, incluso a varios de los manifestantes les parecía extraño que un presidente de otro país, en misión oficial ante Naciones Unidas, quisiera hacer suya una concentración en la que se presentaban como figuras como Roger Waters, fundador de Pink Floyd, como si se trata de una réplica tardía de Woodstock del 69.
Resultaba obvio que habría una reacción de la Casa Blanca como un mandatario tercermundista, recién descertificado, pero para varios de los más importantes formadores de opinión en Estados Unidos la respuesta fue desbordada. Para alguno, porque Donald Trump no puede arrogarse la condición de juez de la opinión de quienes no comulgan con él. Para otros, porque eso es hacerle el juego a un hombre que como Petro, ya de salida, busca posar como el último mohicano de la vieja izquierda y victimizarse para sacar rédito político en la campaña electoral que se avecina.
Petro le restó importancia a la decisión del Departamento de Estados Unidos como lo expresó en este trino.
Llegó a Bogotá. Ya no tengo visa para viajar a EEUU. No me importa. No necesito Visa sino ESTA, por que no solo soy ciudadano colombiano sino ciudadano europeo, y en realidad me considero una persona libre en el mundo.
La humanidad debe ser libre en todo el mundo. Tenemos el…
— Gustavo Petro (@petrogustavo) September 27, 2025
Cuando el Departamento de Estado de Estados Unidos anunció que revocaría la visa del presidente colombiano Gustavo Petro, calificando sus declaraciones de “imprudentes e incendiarias”, los grandes medios estadounidenses reaccionaron con críticas agudas y cierta preocupación.
Las reacciones de los grandes medios norteamericanos
The Washington Post, en su cobertura inicial, subrayó la dimensión diplomática: El despojo de la visa, según argumentó, socava los protocolos establecidos que permiten a jefes de Estado y de gobierno asistir con seguridad a asambleas como la de la ONU. En ese sentido, resulta contraria al espíritu apaciguado del derecho internacional.
El Post, en un artículo escrito por Chris Megerian, cuestionó si esto constituye un precedente peligroso, uno que otorga a Washington autoridad ilimitada para castigar líderes extranjeros por sus discursos. Mientras tanto, en The New York Times (aún sin editorial definitivo) analizó la tensión entre defender la libertad de expresión y mantener normas de decoro diplomático — reflejando un debate interno sobre si las provocaciones de Petro, en particular llamamientos a soldados de EE. UU. a desobedecer órdenes, justificaban una medida tan excepcional.
En las redes de televisión y los espacios informativos tradicionales, las reacciones tendieron hacia la sorpresa y la alarma ante la magnitud del escalamiento. NBC, CBS y ABC ofrecieron segmentos de análisis que enmarcaron el episodio como algo más que un choque bilateral: lo interpretaron como síntoma de fracturas ideológicas más amplias sobre la política exterior de Estados Unidos y la libertad de expresión en escenarios globales.
Algunos comentaristas como Eliot A. Cohen (The Atlantic, Washington) apuntaron que Washington ahora se arriesga ser visto como “juez del discurso” de los líderes mundiales, especialmente en temas delicados como el conflicto Israel–Gaza. Otros advirtieron que la Casa Blanca pudo haber exagerado difuminando la línea entre respuesta diplomática y represalia política.
Opiniones divididas entre los editorialistas de prensa y televisión
En las páginas de opinión de los principales medios se evidenció una división más aguda. Algunas voces conservadoras como las de Jonah Goldberg y Sean Hannity celebraron la medida como una defensa de la soberanía estadounidense y un golpe necesario ante la retórica de Petro, acusando al gobernante colombiano de haber cruzado límites al llamar a la desobediencia dentro de rangos militares estadounidenses.
En contraste, columnistas de corte progresista como Paul Krugman y Ezra Klein advirtieron que se trata de la que denominaron “una peligrosa restricción del discurso político”. Algunos incluso sugirieron que la ONU https://www.un.org/es/ debería reconsiderar la ubicación de su sede si el país anfitrión puede revocar visas a mandatarios que participan del organismo.
Mientras se asienta el polvo mediático, la cobertura estadounidense revela inquietud sobre las implicaciones a largo plazo. Incluso quienes cuestionan las provocaciones de Petro temen el precedente: un gobierno con poder para cancelar visas de presidentes extranjeros por sus discursos invita a reacciones desmedidas, represalias diplomáticas y cuestionamientos sobre las normas internacionales.
En los próximos días, los medios encaminarán su atención hacia las respuestas de los gobiernos latinoamericanos, las reacciones en la ONU y si Washington está listo para defender —o retroceder— esta audaz jugada.
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Los medios hispanos, más cercanos a la realidad colombiana, creen ver en la actitud de Petro el reflejo de los consejos de asesores que creen que la radicalización de su discurso internacional, mientras su país sigue sufriendo el desangre de la violencia, le generará réditos políticos a los compañeros de causa política que aspiran a sucederlo.