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Ante el debate tan accidentado de las reformas sociales propuestas por el gobierno de Gustavo Petro al Congreso en materias fundamentales para la vida cotidiana de la gente como son las pensiones, la salud, y el trabajo, lo que se echa de menos es un estudio a fondo tanto del gobierno como del poder legislativo sobre cómo esas normas, en caso de ser aprobadas, van a repercutir en el mediano o largo plazo y en las generaciones futuras. Si esos estudios hubieran existido quizás el trámite hoy tan enredado hubiera sido más expedito.
No se trata de hacer adivinanzas con calculadora, ni de preguntarle a la inteligencia artificial que todo lo sabe, sino en construir escenarios realistas para determinar si esas normas que tienen al parecer efectos positivos inmediatos sirven también para el futuro. Esa construcción de escenarios les corresponde tanto a los técnicos, porque se trata de un problema técnico complejo, como a los legisladores que son los que va a discutir y aprobar las leyes.
Es probable que en medio de la agitación política y los intereses encontrados, sean los legisladores los menos preparados para tomar decisiones tan serias. No debería ser así. La Comisión Económica para la América Latina y el Caribe, Cepal, ha cursado una invitación a legisladores de todo el continente para que se ocupen del tema de la prospectiva legislativa con el fin de darles un instrumento práctico para tratar de dilucidar los efectos futuro de las leyes que hoy aprueban, cuyas consecuencias van a sentirse mucho más allá de sus períodos.
Quien dirige esa iniciativa es el experto colombiano Javier Medina Vásquez, secretario ejecutivo adjunto de la Cepal, profesor titular de la Universidad del Valle y una de las personas más conocedoras del tema de prospectiva, conocimientos que ha puesto al servicio de la Comisión para entregar a los legisladores un instrumento que hasta ahora ha estado al servicio de los académicos. La idea es acercar esos dos mundos tan separados que se miran con desconfianza. Los legisladores que están pensando siempre en el éxito o el fracaso del gobierno de turno según pertenezcan a él o a la oposición, y los académicos que resienten cualquier intento de intervención política en sus dominios.
La Cepal utiliza dos términos que han tenido desarrollos académicos: la gobernanza anticipatoria y la prospectiva legislativa. La idea es que haya de parte de los Congresos un conocimiento informado de los fenómenos sociales que afectan a la América Latina para poder anticipar sus soluciones. Temas como la baja capacidad para crecer, la alta desigualdad y baja movilidad social, las débiles capacidades institucionales que deben enfrentarse con una mejor gobernanza (es decir que todo el entable social funcione y cumpla su cometido), una mayor capacidad de las organizaciones y la existencia de un dialogo social. El hecho tozudo es que cada experiencia gubernamental exitosa en América Latina tiene detrás a una institución sólida.
Todo ello en un contexto internacional que no nos favorece, con fenómenos cuyo control no depende de nosotros como el cambio climático, las disrupciones tecnológicas, la carrera armamentista, las guerras y lo último porque acaba de aparecer, pero no lo menos importante, la destrucción del multilateralismo y el auge del proteccionismo de la era Trump.
Hay quien plantea una conclusión penosa: la irrelevancia de América Latina en ese contexto global.
Lo cual hace aún más necesario explorar escenarios futuros, que no es hacer adivinanzas sino establecer una gama de posibilidades, hacer de la prospectiva una disciplina que seleccione datos, defina tendencias e identifique actores, a través de métodos, procesos y sistemas- El propósito es la construcción interdisciplinaria del futuro. El aporte de la Cepal y el profesor Medina es plantear que esa debería ser una indelegable función parlamentaria.
Congresos como el de Chile y Uruguay ya han adelantado iniciativas, aun tímidas en esta materia. Finlandia tiene en su parlamento una comisión encargada de analizar cómo la legislación actual afectará a las futuras generaciones. Y nosotros, atrapados en el pan de cada día y con hambre.
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