A través de alianzas con Fedecafe Starbucks al mando de Claudia Aburto apoya la sostenibilidad mientras que Brian Niccol expande la marca
En las zonas cafeteras de Colombia, las mujeres siempre han sido clave en la siembra, la recolección y la selección del grano, aunque con menos protagonismo en las decisiones. Hoy, varios proyectos buscan cambiar ese panorama. Entre ellas, la Fundación Starbucks, que orienta buena parte de su trabajo al fortalecimiento del papel femenino en las comunidades cafeteras.
Al frente de estas acciones está Claudia Aburto, directora de Starbucks para Alsea Suramérica, quien cuestiona la tradición del café como negocio exclusivamente masculino: “Cuando invertimos en una mujer, los efectos se multiplican”, ha dicho. Y esa idea se refleja en los programas que la Fundación pone en marcha. Todo esto de la mano de la expansión del negocio en Colombia y América Latina quien lidera desde hace un año Brian Nicols el presidente mundial de Starbucks quien gana uno de los salarios más grandes de los Estados Unidos.
Desde 2012, la alianza entre Starbucks, la poderosa cadena de café fundada en 1971 en Seatle, Estados Unidos, y la Federación Nacional de Cafeteros, presidida por Germán Bahamón, opera el “Centro de Apoyo de Caficultores” en Manizales. Allí se han entregado 45 millones de plántulas de café y beneficiado a más de 12.000 caficultores con una inversión cercana a los 7 millones de dólares. El objetivo: elevar la productividad de las fincas y fomentar prácticas más sostenibles.
“Juntos por el café”, es una campaña lanzada en 2022 que une consumo y conservación. Por cada paquete de 250 g de café de origen colombiano vendido, Starbucks dona un árbol. Hasta el momento, esa iniciativa permitió sembrar más de 15.000 árboles en Nariño, 5.000 en Huila y 2.000 en Santander. Un mecanismo sencillo, pero que refuerza tanto la economía como el ecosistema cafetero.
La apuesta más reciente se encuentra en los proyectos “Brewing Change (Generando Cambio)”, desarrollados junto con Mercy Corps en Cauca y Nariño. La meta: capacitar a 3.000 mujeres cafeteras (1.000 en Nariño y 2.000 en Cauca) en liderazgo, equidad de género, toma de decisiones, gestión del agua y manejo de residuos. Son desafíos concretos en comunidades donde esos temas suelen quedar al margen.
Estos programas se inscriben en el esquema global Origin Grants de la Fundación Starbucks, que ha destinado 4 millones de dólares a diez proyectos en países productores de café, té y cacao. En Colombia, la apuesta es clara: impactar positivamente la vida de un millón de mujeres y niñas de comunidades productoras, de aquí al 2030.
Estos programas se inscriben en el esquema global Origin Grants de la Fundación Starbucks, que ha destinado 4 millones de dólares a diez proyectos en países productores de café, té y cacao. En Colombia, la apuesta es clara: impactar positivamente la vida de un millón de mujeres y niñas de comunidades productoras, de aquí al 2030.
La unión entre la gigante Starbucks y Mercy Corps va más allá de algo puramente simbólico. Mercy Corps lleva operando en Colombia desde 2006, centrada en desarrollo rural, resiliencia y adaptación al cambio climático. Juntas, han alcanzado 1,7 millones de personas en el mundo, entre ellas 730.000 mujeres y niñas. Su experiencia permite que los programas se adapten a las realidades locales, sin caer en soluciones estándar.
Bajo la coordinación de Claudia Aburto, Starbucks ajustó su mirada: no solo producir café de alta calidad, sino también transformar la dinámica del campo cafetero. Las mujeres que antes realizaban labores agrícolas ahora asumen roles decisivos —cooperativas, administración y comercio.







