¿Cuál antiimperialismo de Gustavo Petro?

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Se necesita ser muy ingenuo —o muy fanático— para creer que la bandera del antiimperialismo alcanzará para defender a Gustavo Petro de la tormenta que le está cayendo desde Estados Unidos.

Esta columna la escribo pensando, sobre todo, en los jóvenes universitarios, siempre sensibles a este tema, y con razón. Porque hay algo profundamente noble en el instinto ciudadano que se indigna ante los abusos del poder extranjero y que siente como sagrada la dignidad y la soberanía de la nación.

Sin embargo, el concepto de antiimperialismo se ha ido borrando del debate público. Las nuevas generaciones no tienen la experiencia de haberlo escuchado en medio del fragor ideológico de la Guerra Fría. Desde la caída del Muro de Berlín, esa palabra perdió el fuego que alguna vez tuvo.

Algunos dirán que el chavismo la reavivó. En realidad, no fue así. Lo que el chavismo agitó fue más bien la bandera de su megalomanía obsesiva. Y conviene recordarlo: el chavismo colombiano, encabezado por Petro, fue hasta hace poco un consentido de la embajada americana.

Pero volvamos al punto.
A propósito de las sanciones a Petro, me pregunté si esta discusión sigue teniendo sentido.
Pienso que sí. Que siempre lo tendrá.
Porque la defensa de la soberanía no pasa de moda; lo que cambia es quién la utiliza y con qué fines.

Pensemos un momento qué ha sido realmente el antiimperialismo.
Existen, en esencia, dos versiones:
la primera, la que combate los abusos de los imperios contra los pueblos débiles, fundada en principios de justicia, independencia y dignidad;
y la segunda, la que se reduce a un antiamericanismo fanático, hijo del dogmatismo soviético.

¿Han cometido los Estados Unidos actos imperialistas? Por supuesto: Vietnam, Pinochet, Somoza, Trujillo, Guatemala, y la lista sigue.
Pero tan absurdo es creer que todo lo que hacen los Estados Unidos es imperialismo, como pensar que todo el que pelea con ellos es antiimperialista.

¿Durante la Segunda Guerra Mundial, quién ondeó la verdadera bandera del antiimperialismo: los nazis o los aliados?
¿Juan Pablo II —a quien las izquierdas llamaban “agente del imperialismo norteamericano”— fue eso, o fue el gran papa polaco que enfrentó al imperialismo soviético por la libertad de su pueblo?
Y hoy, ¿quién encarna el verdadero antiimperialismo: Zelenski o Putin? ¿Quién es el invasor y quién el invadido?
¿O debemos aceptar que Putin es el antiimperialista por el solo hecho de ser aliado de Maduro y de Petro?

Cubrir con la bandera del antiimperialismo la corrupción y las alianzas con el crimen que caracterizan al gobierno de Petro es un insulto a la inteligencia

No se puede ser tan ingenuo ni tan de doble moral.
Cubrir con la bandera del antiimperialismo la corrupción y las alianzas con el crimen que caracterizan al gobierno de Petro y al Pacto Histórico es un insulto a la inteligencia. Eso sólo puede creerse desde la misma lógica con la que algunos ven a Pablo Escobar o al “Mono Jojoy” como grandes antiimperialistas.

Vale la pena recordar algunos referentes verdaderos.
Moisés, que condujo a su pueblo fuera del imperio egipcio.
Gandhi, que liberó a la India del yugo británico.
San Pablo, que murió crucificado por el imperio romano.
Y tantos otros que entendieron que la lucha por la dignidad humana no tiene bandos ideológicos, sino principios morales.

Comparar esos gigantes con Gustavo Petro es perder el sentido moral de la historia.

Que digan, si se atreven, que aliarse durante años con la dictadura criminal de Maduro es antiimperialismo.
Que expliquen que el terrorismo de Hamas es antiimperialismo.
Que pretendan vendernos como antiimperialismo el antisemitismo visceral de Gustavo Petro.
Que llamen antiimperialismo al Pacto de la Picota, a la tarima de la Alpujarra o a la farsa de la “Paz Total”.

No.
Eso no es antiimperialismo.
Eso es corrupción, impunidad y poder disfrazado de causa moral.

Y quien no se atreva a distinguirlo, no defiende la soberanía: la traiciona.

Del mismo autor: El petrosantismo: con todo contra Abelardo

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