De tantos globos al aire, al fin uno que le sale bien al gobierno Petro

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No es difícil entender porqué al gobierno de Gustavo Petro casi todo le sale mal en el Congreso, hasta las cosas que hace con las mejores intenciones: en las elecciones legislativas de 2022 la coalición Pacto Histórico solo obtuvo el 17% de la votación y con ese porcentaje ha tratado de imponer su agenda al 83% restante. La razón por la cual no ha sido amigo de hacer coaliciones, que es la única manera de construir una mayoría cuando no se tienen los votos, es porque se siente respaldado por los 11,3 millones de votos que le dieron el triunfo en la elección presidencial muchos mas que los 2.9 millones que sacó en las legislativas.

Pero esos 8.4 millones de votos de diferencia ni tienen representación en el Congreso ni parecen responder a sus llamados a presionar desde la calle las decisiones del poder legislativo. La coalición Pacto Histórico fue una variopinta agrupación de los más diversos grupos sociales. Toda la Colombia ignorada y marginada, con nacientes y poderosas organizaciones, se reunió bajo esa bandera y ha dado nuevos aires al debate parlamentario.

No fue sin embargo, esa coalición la que ganó la presidencia sino que a ella se le sumó un grupo mucho más grande igualmente variopinto que reunía a los adversarios del presidente Uribe (que son legión), a quienes se ilusionaron con el cambio social, a quienes les parecía absurdo entregarle el país al ingeniero Rodolfo Hernández, tan ajeno a manejo del Estado, y a quienes cayeron bajo el embrujo oratorio y el carisma de Gustavo Petro, que ha sido principal factor de su carrera política.

El gobierno puso todas sus cartas en la personalidad del presidente y esa personalidad es la que le ha jugado en contra

El gobierno puso todas sus cartas en la personalidad del presidente y esa personalidad es la que le ha jugado en contra, porque el gobierno terminó siendo una fiel imagen de ella, llena de propuestas fantasiosas, de enfrentamientos innecesarios, de terquedad en la presentación de sus reformas y de creación de un continuo ambiente de crispación e incertidumbre que permea al gabinete y a las políticas públicas.

Y así llegamos al recurso entre desesperado y audaz de la propuesta de una consulta popular para impulsar la reforma laboral negada en el Senado. Valga reconocer que el asunto salió de la absurda negativa del Senado a debatir esa reforma, solo que la solución propuesta era impráctica y poco realista: hacer una consulta popular que no tiene carácter decisorio para consultar al pueblo en vísperas de elecciones parlamentarias sobre una agenda laboral que de haber sido aprobada hubiera tenido que volver al debate en el Congreso en un plazo no menor de dos años. O sea, el gobierno del cambio organizándoles una reforma a su sucesor.

Esa idea derrotada en agitado debate parlamentario sirvió para revivir la reforma laboral y forzar al Senado a debatirla como era su obligación desde un principio. Al final, el gobierno obtuvo un par de triunfos de su aparente fracaso: se libró de la derrota inevitable que la consulta hubiera tenido en las urnas, donde cada pregunta hubiera necesitado más de 13,6 millones de votos para ser válida (O sea, 10,7 millones de votos más de los que el pacto Histórico sacó en la elección parlamentaria de 2022) y logró que el Senado debatiera una reforma laboral que esta pasada de hacerse dadas las precarias condiciones del mercado laboral colombiano. De sus muchos globos al aire, uno que le salió bien y que hace aún más difícil de entender que quiera volver a repetir la aventura.

Del mismo autor: Cómo conocer las consecuencias futuras de las reformas sociales de Petro



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