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Austeridad predicada desde el exceso: una contradicción presidencial
En una economía seria, el ahorro no es un privilegio de los ricos, sino una muestra de responsabilidad. Vivir endeudado en una casa lujosa en Chía y mantener un tren de vida suntuoso mientras se declara no tener más bienes, no es humildad: es incoherencia. La austeridad no se predica desde el exceso. Se puede vivir con dignidad sin caer en la apariencia, sin relojes millonarios de Verónica Alcocer y su hijo Nicolás Alcocer, ni excusas sobre prioridades “sociales”, mientras se dilapidan recursos públicos en gastos burocráticos, donde las órdenes de servicios representan el gasto total del Estado. Petro, al igual que en sus finanzas personales, gasta más de lo que tiene y compromete irresponsablemente el futuro de un país que necesita ahorro, inversión y planificación, no derroche ni estigmatización al empresariado.
Finanzas personales que siembran desconfianza pública
Pocas cosas definen con tanta nitidez la idoneidad de un gobernante como la manera en que administra su patrimonio personal. En el caso de Gustavo Petro, las cifras son alarmantes: en 2020 declaró un patrimonio bruto de $1.358 millones y deudas por $1.129 millones, con un endeudamiento del 83,1 %. En 2023, ya como presidente, las deudas apenas bajaron a $986,8 millones (72% de endeudamiento), revelando que más de siete de cada diez pesos están respaldados por deuda.
¿En qué banco violaron el modelo de calificación de riesgo para otorgarle este crédito? Ejercicio interesante para la Superfinanciera, hoy en manos de César Ferrari, otro que hace caso ciegamente a las ideas descabelladas de Petro.
La pregunta de fondo es: ¿estaríamos ante un caso de omisión o simulación patrimonial? Si no tiene más que “una casita en Chía”, ¿cómo hace para tener ese tren de vida?, ¿De qué vive su familia? Nunca se sabrá.
Petro no cumple con los estándares de gobernanza que exigen los organismos internacionales ni la banca privada.
Petro: desorden, deuda y pérdida de rumbo
Su gestión económica está marcada por la improvisación, el desorden fiscal y la falta de credibilidad ante los mercados.
En 2022, el déficit fiscal alcanzó el 5,5% del PIB y en 2024 superó el 6%. La deuda pública consolidada bordea el 69% del PIB. La inversión extranjera ha caído más del 15% en dos años, y la calificación crediticia ha sido degradada a negativa. La incertidumbre institucional está expulsando capital.
Lo que China le enseñaría a Petro sobre gobernar
Mientras China planifica con precisión y ejecuta con resultados, Petro agita, improvisa y fracasa. El modelo chino, con Xi Jinping al mando, sacó a 800 millones de personas de la pobreza con planificación, disciplina y políticas industriales consistentes.
Petro no tiene política industrial, ni rumbo, ni credibilidad. Presenta reformas sin sustento, ataca al Banco de la República y reemplaza técnicos por ideólogos. Un líder chino le diría: “Gobernar no es agitar, es planificar, ejecutar y rendir cuentas”.
Un ministro sin experiencia para manejar más de $ 500 billones. ¡Si jefe!
El nombramiento de Germán Ávila Plazas en Hacienda es un símbolo de la mediocridad institucional: sin experiencia macroeconómica, sin trayectoria técnica, sin autonomía. Dirigía una constructora con $1.200 millones y ahora administrará más de $500 billones.
Su mayor mérito: prometer que no contradirá a Petro. No ha negociado con el FMI, no ha hecho una reforma tributaria, no publica, no investiga. Solo obedece.
Lujo presidencial, pobreza nacional
Mientras el país enfrenta endeudamiento, desempleo y pobreza, la familia presidencial vive con ostentación. Verónica Alcocer usa una colección de relojes Cartier de más de $120 millones, viste de diseñador y viaja por Europa haciendo “relaciones públicas”, según el mandatario, sin funciones oficiales.
Las hijas del presidente asisten a colegios y universidades de élite y gozan de una vida de privilegios. ¿Quién paga todo esto? ¿Cómo se financia este tren de vida si Petro solo tiene “una casita endeudada”?
Según la Revista Cambio, explicó que Nicolás Petro, el hijo del presidente manifestó: “Verónica Alcocer tuvo una “campaña paralela”, con la que logró financiación. Nicolás Petro le dijo a la Fiscalía que él fue testigo de cómo le llevaban los dineros a la primera dama. “la ocasión en que yo estuve presente fue en efectivo (…) Era en un morral, podrían ser $50, 100 millones de pesos, eran fajos“. Es importante destacar que esta información proviene de un testimonio en el marco de una investigación en curso y no constituye una acusación formal.
Un indignante y deshumanizante mensaje de Petro respecto a la pobreza.
Petro ha declarado abiertamente que “cuando los pobres dejan de ser pobres, se vuelven de derecha,”,” dejando claro que la movilidad social es políticamente desfavorable para su gobierno. Su enfoque glorificador de la pobreza, es una herramienta de control político, que nos está llevando a los colombianos por un camino mortal.
La promesa ética se diluyó en el poder
Petro prometió ética y transparencia. Hoy enfrenta escándalos, incoherencias y contradicciones flagrantes. Sus decisiones financieras, sus nombramientos, su vida personal y su entorno proyectan todo menos la moralidad que juró encarnar.
“El lobo pierde el pelo, pero no las mañas.”
→ Aunque hable de democracia, repite prácticas de clientelismo, amiguismo y persecución a contradictores.No renovó la política. La degradó.
Un liderazgo que lleva al aislamiento y al retroceso
Gustavo Petro ha demostrado ser irresponsable, improvisador y rodeado de corrupción. Su gobierno se sustenta en lealtades políticas, no en méritos profesionales. China ya pasó donde Petro quiere ir a título del Socialismo del Siglo XXI, así no lo diga. Comunismo y empobrecimiento revestido de progresismo.
El personaje de marras, no construye consensos, no genera resultados. Solo divide, señala y destruye confianza.
Colombia no necesita ideología. Necesita gestión. No necesita ruido. Necesita rumbo. Y, sobre todo, necesita un presidente que inspire respeto, autoridad, cultura, sensatez y empatía. Eso sí, que tenga buenas costumbres… de todo orden.
Del mismo autor: ¿Amor, poder y sumisión? Bolívar, Petro y la sombra de una relación tóxica?
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