Cuando se terminó su construcción, causó gran revuelo dentro de la Iglesia Católica en el momento. Actualmente ofrece recorridos guiados
En pleno corazón de Prado Centro, entre el caos del tráfico y las ruinas de la memoria, se levanta un edificio que parece sacado de otro continente y de otra época: el Palacio Egipcio en Medellín. Una estructura de columnas y jeroglíficos que no debería estar allí, pero está. Como una reliquia viva que se niega a desaparecer.
Su creador no fue un arquitecto ni un faraón, sino Fernando Estrada Estrada, un personaje que bien podría protagonizar una novela de Fernando Vallejo: médico, optómetra, astrónomo aficionado, masón y, para la Iglesia de su tiempo, un hereje. Construyó este palacio durante 17 años, desde 1928 hasta 1945, sin pedir permiso a nadie, impulsado por su obsesión por Egipto y por la necesidad de tener un espacio que representara sus verdaderas creencias.
¿Quién fue el creador y dueño del Palacio Egipcio en Medellín?
Como bien se explicó anteriormente, Fernando no era una persona común, era un Masón Maestro Venerable de la Gran Logia El Sol de la Montaña grado 33, según la historia que sus actuales dueños cuentan a través de la web. Además, era incansable. Terminó la construcción cuando tenía 60 años, y contó con la colaboración de los escultores Bernardo Vieco y Ramón Elías Betancur para los detalles ornamentales. Para luego ser usado en sus inicios como un templo masón, desatando una fuerte reacción entre los religiosos de la época.
El edificio fue una ‘cachetada’ para los sectores conservadores de la Medellín de ese entonces. En una ciudad regida por la Iglesia Católica, levantar un templo inspirado en dioses antiguos fue visto como una provocación. No era sólo arquitectura: era una declaración. Un acto que la moral catalogó de “peligroso”, aun así, muchas personas lo admiraban por su belleza.
Con el tiempo, el palacio fue cambiando y sus utilidades también, pues el Palacio Egipcio fue vendido por sus herederos a la agencia de publicidad Leo Burnett y tuvo varias facetas. De residencia familiar a restaurante, de taller de carpintería a colegio, hasta quedar casi abandonado, como un cuerpo sin alma. Pero sobrevivió. Hoy, tras un esfuerzo por rescatarlo como patrimonio cultural, es un centro de visitas guiadas y actividades artísticas, aunque aún lejos del lugar que podría llegar a tener esa construcción en la ciudad.
Para quienes quieran conocerlo, las visitas al Palacio Egipcio se pueden llevar a cabo todos los días, excepto los lunes y sábados, con dos recorridos diarios guiados: el primero es a las 11:00 a.m. y el segundo a las 4:00 p.m. Este plan tiene un costo de $20.000 y se debe estar 10 minutos antes de empezar cada recorrido, que dura aproximadamente 2 horas.
Lo más irónico es que pocos en Medellín saben quién fue Fernando Estrada. Como tantos visionarios en Colombia, fue borrado del canon oficial. Pero ahí está su legado: un templo entre ladrillos comunes, un homenaje a civilizaciones milenarias en medio del olvido.
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