En el rifi-rafe entre Petro y su ministra de vivienda alrededor de los aviones de combate suecos se omitió un dato clave

En el reclamo de  Helga Rivas al Presidente por los USD 4.300 millones a costa de recursos para agua potable se le olvidó del regalo que llega con los 16 Gripen

En su Consejo de ministros, el martes 21 de octubre, el presidente Gustavo Petro despidió en vivo por la televisión pública a su viceministro de Agua y Saneamiento Básico, Edward Steven Libreros, luego de acusarlo de dejarse imponer las condiciones de los gremios del sector para no expedir un nuevo régimen tarifario para la recolección de basuras.

Según Petro, por eso que no han sido ejecutados proyectos como el de la construcción del acueducto Cereté-Ciénaga de Oro ni se ha cumplido a los recicladores o consumidores del programa Basura Cero.

¡Esto se acabó, hermano, no va más!”, le espetó Petro al funcionario en medio de la sorpresa de todos los presentes, que no terminan de acostumbrarse a ese tipo de salidas del mandatario.

La ministra de Vivienda, Helga Rivas, jefe inmediata del depuesto funcionario intervino para quejarse de los escasos recursos disponibles para los proyectos de acueducto y habló de un “techo” presupuestal insalvable. Petro la reprendió también a ella reprochándole que se estaba dejando imbuir de un discurso neoliberal y actuando de acuerdo con la que llamó una “repartija de politiqueros según sus votos”.

La ministra replicó que, si de prioridades se trataba, el gobierno había preferido comprar una flota de nuevos aviones de guerra en lugar de priorizar los planes de agua y el desarrollo de las comunidades alrededor de uso. “Me dolió firmar el CONPES para la compra de los aviones”, le dijo la ministra al presidente, lejos de cualquier temor reverencial.

Curiosamente, ninguno de los dos se detuvo en consideraciones adicionales sobre el tema. Petro ha sido cuestionado, como lo hizo su ministra, por invertir más en arsenales que en obras de desarrollo, algo que también el criticó cuando era un congresista de oposición. Sin embargo, pocos saben que la operación de compra de los aviones de combate Saab 39 Gripen a Suecia viene acompañada de un paquete de compensación social que incluye proyectos de inversión social en el país.

Uno de los beneficios sociales que se esperan de este acuerdo es precisamente la instalación de agua potable en comunidades marginadas. Se planea llevar agua potable a varias poblaciones del departamento de La Guajira, uno de los departamentos con los mayores índices de mortalidad infantil asociada al consumo de aguas contaminadas.

También está prevista la fábrica de paneles solares flexibles. Suecia está comprometida a hacer la transferencia de tecnología para que una de esas fábricas esté montada en el departamento de Córdoba, tierra natal de Petro, con el doble propósito de facilitar la transición energética y la generación de empleo.

Otro beneficio social derivado de la compra de las naves de guerra será la modernización del Hospital San Juan de Dios, una de las banderas de Petro desde que se desempeñó como alcalde Bogotá. Se restaurará la torre central y se instalarán equipos médicos de última tecnología en este emblemático centro hospitalario.

La información ha sido manejada por el ministro de Defensa, Pedro Sánchez, pero todo parece indicar que no ha sido compartida con suficiencia en el Consejo de Ministros.

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