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Esa imagen del título que ronda como deseo en redes y le anteponen @manifestar, creo yo es por dos razones: aún estamos viviendo las consecuencias psicológicas de la pandemia, que nos dejó aterrados con los espacios confinados –de paso la gente también escribe citas completamente descontextualizadas como “el infierno son los otros” y, “entre más conozco a los hombres más quiero a mi perro” –, de manera que ahora buscamos todo lo contrario, es decir, la soledad y los espacios abiertos, entre más infinitos se sientan y vean, mejor.
Lo segundo es Instagram, esas fotos hipermaquilladas de atardeceres en la playa de una modelo leyendo un libro en la playa con un perro de cinco mil dólares al lado y sus hashtags #paraestovivo #laplayaesvida, se lo ponen como metas en la vida, entonces a romperse el lomo para lograr subir a IG una foto igual, pero con ustedes como de protagonistas del “sueño”.
Está mega comprobado que lo que nos muestra IG es falso en un 90 %, yo lo sé, ustedes lo saben, todos lo sabemos, pero no importa, esas fotos se incrustan en el inconsciente, parece.
No es sano ver eso sentado en una oficina en un edificio gris y ganándose el mínimo con la ropa oliendo a cien olores distintos por haberse refregado previamente con cien personas en un Transmilenio lleno por la mañana y de nuevo a las 6 p. m., de lunes a viernes. La combinación Instagram y el sueldo mínimo le joden la cabeza hasta al más cuerdo (a).
La búsqueda de la felicidad, de esa felicidad/libertad, se vuelve una esclavitud. Ese caso de la famosa película de Will Smith con el mismo nombre es real, tan real como ganarse el Baloto, o sea que pasa, pasa, pero las posibilidades de que ocurra son un billón en una.
Esto no es Disney, toda esa gente que triunfa por algo y repiten la misma plantilla frente a una cámara “luchen por sus sueños, si te caes levántate con más fuerza,” etc, es eso, una plantilla. Si de verdad eso fuera cierto todos triunfaríamos, seríamos ahí si de verdad el país más feliz del mundo y no existiría la pobreza ni la desigualdad, pero pues la miseria y la inequidad existe a borbotones, ergo, esas frases de cajón son carreta barata.
Esa llamada “clase media emergente” que trabaja de sol a sol y logra comprarse bienes y productos como un carro nuevo y un apartamento, también tienen esa fijación/deseo y suben la foto a IG en una playa del parque Tayrona, pero con el libro al revés, tal vez no hubo tiempo de corregir el error, porque solo interesaba meterle 246 filtros a la imagen para recalcar que la meta se cumplió, que el atardecer era perfecto, el vino inmejorable y el libro mejor aún. Eso pasa si uno se lee los libros al revés.
Instagram es puro humo
Las y los modelos que aparecen en IG algunas veces se sabe después que son bulímicas, o adictas a las pepas para adelgazar, para dormir, para no comer, para tener sexo o para evitarlo, y viajan por todo el mundo bien sea lavando plata o reclutando jovencitas para ponerlas de putas en Europa o Tailandia. Hay casos documentados y denuncias al respecto.
Esas referencias son falsas, nadie vive así de bien a no ser que sea la mujer de George Clooney o la novia de Zuckerberg
Esta perfecto aspirar a una mejor calidad de vida, obvio, ¿Quién no? Pero esas referencias son falsas, nadie vive así de bien a no ser que sea la mujer de George Clooney o la novia de Zuckerberg, ajusten sus expectativas a leerse un libro en una hamaca en una finca de un pueblito, conque sea un buen texto y un repelente para zancudos decente será más que suficiente. Aprendan a tocar un instrumento sencillo (guitarra acústica, que se yo), ese placer que da lograr sacarle notas es bien satisfactorio.
Ah, y no le gasten tiempo y dinero a coachings emocionales o financieros, a los únicos que les va bien en esa vida que predican y/o aconsejan, es a ellos a punta de sacarle plata a incautos. Y por favor cierren su cuenta de Instagram, ahí solo hay humo, humo que obnubila la cabeza y la hace delirar con pendejadas.
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