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Cómo estará de complicada la situación de orden público en el Valle del Cauca que los habitantes de esta región del país añoramos las épocas en las que las Farc controlaban amplias zonas del departamento.
Y no es que entonces no hubiera violencia. La había, pero con una diferencia frente a lo que ocurre hoy: En esa época existían varios frentes que operaban en diferentes puntos de nuestra geografía, pero todos pertenecían a la misma organización ilegal.
Y los comandantes de esos frentes obedecían las órdenes del Secretariado porque las Farc actuaban como un ejército fuertemente jerarquizado. Y el que tenía la mala idea de rebelarse contra las órdenes del Secretariado lo pagaba con su vida.
Hoy el panorama es mucho peor. El vacío que dejaron las Farc lo llenaron una serie de grupúsculos: disidencias de las Farc, ELN, Clan del Golfo y bandas criminales.
Esos grupos se fortalecieron sustancialmente gracias a la fallida paz total del presidente Petro. La orden de no atacar a esos grupos, impartida a los militares por el gobierno y por el adormilado Ministro de Defensa, fue aprovechada por los bandidos para expandirse y rearmarse.
Estos grupos no solo se enfrentan a las Fuerzas Militares sino que permanente chocan entre sí y se disputan a sangre y fuego el control de los cultivos ilícitos y de los corredores por los que se sacan la droga al Pacífico.
Si los integrantes de esos grupos se limitaran a matarse entre ellos vaya y venga. Pero lo más grave es que en la mitad de esas disputas queda la población civil que termina siendo la paganini de esos choques.
Porque cuando aterriza un grupo ilegal en una zona, a los pobladores inermes no les queda otro camino que acatar sus órdenes. Pero después llega otro grupo a disputarle la supremacía al que venía dominando y ahí es cuando los pobladores pagan el pato.
Porque los recién llegados no solo persiguen a los miembros de la banda rival sino a los pobladores que consideran colaboradores de esta.De contera, los pobladores no saben a quién acatar si a los viejos ocupantes de la zona o a los que acaban de llegar. Un verdadero caos. Esta situación se vive en el norte del Cauca y en el sur, el centro y el norte del Valle.
Por ello, no exagera la gobernadora del Valle, Dilian Francisca Toro, cuando afirma que el Valle se está convirtiendo en otro Catatumbo. No solo por la presencia de múltiples actores de violencia sino por la falta de apoyo por parte del Gobierno Nacional para combatir esta situación.
Cali, la tercera ciudad de Colombia, está en un grave riesgo y se encuentra prácticamente rodeada por los ilegales. En el sur, concretamente en la zona rural de Jamundí, actúa el grupo que lidera alias Iván mordisco. Pero han aterrizado en la zona el ELN y el clan del Golfo que quieren desalojar a la gente de Mordisco y asumir el control de la región.
Y al norte de la capital del Valle, en los municipios de Pradera y Florida, la situación no es mejor. Hace pocos días, la Defensoría del Pueblo lanzó una alerta temprana de inminencia por los riesgos que hay para la población civil, por el avance y la disputa territorial entre las disidencias de las Farc lideradas por Mordisco y el Frente 57 Yair Bermúdez.
En el norte del Valle la disputa es entre el Clan del Golfo y el ELN, por el Cañón de Garrapatas, una zona estratégica por la presencia de cultivos ilícitos y porque es un corredor para la salida de la droga al Chocó,. Estos choques ya han dejado desplazamientos de campesinos y comunidades indígenas.
Guerras entre bandas, carros bomba, desplazamientos y zozobra entre la población. Eso ya está ocurriendo en diferentes puntos del Valle, como acontece en el Catatumbo.
La presencia militar, gracias, entre otras cosas, a que se trajo de Popayán al batallón Pichincha, que siempre estuvo acantonado en Cali pero que hace unos años fue trasteado para el Cauca.
Pero esto no se resuelve con unos cuantos soldados más. Se soluciona con una acción decidida militar, que implique no solo aumento del pie de fuerza sino la intervención aérea.
Es inexplicable que no se hayan reactivado los bombardeos que son tan efectivos y letales para atacar los campamentos guerrilleros y a los que tantos les temen los grupos ilegales.
El 3 de febrero pasado la Gobernadora del Valle le pidió al gobierno la estructuración de un plan de seguridad específico para solucionar la crisis de seguridad que vive el departamento.
Pero como el presidente Petro anda muy ocupado reuniéndose con los jeques en el Medio Oriente y el Ministro de Defensa renunció, (gracias a Dios) dos semanas después, el gobierno no ha dado ninguna respuesta a ese clamor de la Mandataria.
Lo más preocupante es que a este gobierno aún le quedan año y medio. Y no nos podemos dar el lujo a que se posesione el sucesor de Petro para atacar este problema.
No quiero ser alarmista, pero en este lapso, perfectamente se puede volver realidad lo que la Gobernadora Toro ha venido advirtiendo. Ojalá me equivoque.
Del mismo autor: Guia para entemder el viaje de Petro a Haití
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