En un giro inesperado, la destitución del gobernador de San Andrés, Nicolás Gallardo, por el polémico motivo de “doble militancia“, ha desatado un torrente de descontento entre los ciudadanos que lo eligieron con más del 75% de los votos. Este acto no solo ha removido a un líder, sino que ha despertado un monstruo: el poder del electorado, que ahora clama por justicia y reconocimiento.
Durante más de tres décadas, la isla ha sido gobernada por políticos corruptos que han ignorado las necesidades de su pueblo. Sin embargo, Nicolás Gallardo, en tan solo un año, logró lo que sus antecesores no pudieron en tres décadas. Su destitución ha llevado a miles a las calles, reivindicando su derecho a elegir y a ser escuchados. Este descontento no es solo un grito de apoyo a un líder, sino un fuerte mensaje a Colombia: el poder del pueblo es sagrado y no debe ser ignorado.
La confusión entre “militancia” y “apoyo electoral” pone de manifiesto la necesidad de una reflexión más profunda sobre la política en el país. La militancia se refiere a la adhesión a un partido, pero el respaldo a un candidato es una manifestación de la voluntad ciudadana. La lucha por la transparencia y la ética en la política ha comenzado, y el electorado está listo para hacer sentir su voz. ¿Estaremos ante el nacimiento de un nuevo movimiento que redefina la política en Colombia?
