Este martes en Bucaramanga falleció el prestigioso empresario santandereano Rafael Ardila Duarte, tras padecer durante los últimos meses las afecciones relacionadas con el COVID-19.
Ardila Duarte, excandidato a la Alcaldía de Bucaramanga en el año 2000, fue uno de los empresarios más influyentes de nuestro Departamento.
Nació en Bucaramanga, con ancestros de Zapatoca y San Gil, y se graduó del colegio San Pedro.
Fundó la compañía Distribuidora Rayco, en donde trabajó como presidente y se convirtió en uno de los principales importadores de electrodomésticos a nivel nacional.
También se desempeñó en proyectos de construcción y del sector agrícola, entre otros. Fue uno de los artífices del Centro Comercial La Florida, en Cañaveral y se desempeñó como gerente de Empresas Públicas de Bucaramanga.
Se nos fue otro grande de Santander, Rafael Ardila, que dedicó su vida a generar desarrollo para la ciudad y dpto siempre pensando en el bienestar de los demás. Me duele en el alma su partida pero me comprometen tantas enseñanzas y lecciones aprendidas a su lado. Descanse en paz pic.twitter.com/nY2q0PAgGa
— Laura Valdivieso (@LauraValdivieso) July 27, 2021
De su formación académica se destacan los estudios de Economía en la Universidad Pontificia Javeriana y una especialización en Alta Gerencia en la Universidad de los Andes.
Fue un hombre que brilló por su transparencia, por su rectitud y por liderar importantes iniciativas en favor de nuestro departamento.
Sus principios y valores le hicieron ganar un prestigio de una persona seria, responsable y comprometido con su tierra. Solía decir que “ser honesto es el mayor activo de cualquier empresa y que la palabra siempre se debe honrar”.
Era franco, respetuoso y siempre honró el valor de la palabra: “Cuando la gente sabe que uno paga las cuentas, que honra su actuar y que no se está con ‘curvas ni jugadas’, todo el mundo le ofrece la posibilidad de asociarse o de hacer negocios. Ese es el camino más recto”, dijo alguna vez en una de sus exposiciones ante empresarios de la región y del mundo.
Tomado de: La Vanguardia