Un informe de Mitsubishi UFJ Financial Group, Mufg, había revelado a mediados de este mes las consecuencias de la escalada del conflicto entre Israel e Irán, así como la participación de Estados Unidos en la disputa. El documento tuvo en cuenta el riesgo geopolítico con base en el inventario de uranio de Irán, sus instalaciones nucleares y las probabilidades de que Estados Unidos entrase en los ataques. El Índice de Riesgo Geopolítico se disparó en junio debido a las tensiones bélicas: pasó de 93 puntos en 2024 a 194 en el sexto mes de este año. Es importante tener en cuenta las principales variables que tienen en tensión al mundo.
En primer lugar, hay un incremento del inventario de uranio enriquecido por parte de Irán. Hubo un alza “sostenida y acelerada”, en palabras de informe, del stock de este elemento químico, el cual enriquecido a 60% ha crecido al medirse en kilogramos. En el primer trimestre de 2021, la nación tenía apenas 0,9 kg de este material radiactivo. Para el segundo trimestre de este año, el uranio enriquecido en manos de Irán se disparó a 408,6 kilogramos, lo suficiente para la construcción de 10 armas nucleares.
Bloomberg informó hace unos días que el problema radica en que la ONU perdió el rastro de las reservas del material. Rafael Mariano Grossi, el director general de la Agencia Internacional de Energía Atómica, Oiea, por sus siglas en inglés, aseguró que “en tiempos de guerra, todas las instalaciones nucleares están cerradas. No se pueden realizar inspecciones ni actividades normales”.
Por ello, los constantes bombardeos de Israel, y el llevado a cabo por Estados Unidos, que representó una escalada del conflicto, no son suficientes para limitar a Irán en la construcción de armas nucleares. Aunque hayan sufrido daños en la infraestructura, hay un riesgo de perder de vista las existencias de uranio, que son convertidas en armas de destrucción masiva.
“La Oiea continúa monitoreando las instalaciones mediante imágenes satelitales y no ha detectado señales de que Irán haya intentado mover sus reservas altamente enriquecidas. Hacerlo constituiría una grave violación de las obligaciones iraníes en virtud del Tratado de No Proliferación Nuclear, cuyo objetivo es frenar la expansión de las armas atómicas”, aseguró Bloomberg.
Las instalaciones nucleares en Irán
Natanz, Fordow, Arak e Isfahan son los nombres de las bases nucleares que están en constante vigilancia internacional. De hecho, fueron los blancos del presidente Donald Trump en el ataque de ayer con sus bombarderos B-2. El informe indica que Irán cuenta con decenas de instalaciones dispersas por todo el territorio.
Están vinculadas principalmente al desarrollo de combustible nuclear, la minería de uranio y la fabricación de reactores. “Midnight Hammer” fue bautizada la operación de EE.UU. contra los principales complejos asociados al programa nuclear de Irán. J.D. Vance, vicepresidente de EE.UU. dijo que con el ataque hubo un retraso del desarrollo armamentístico de Irán.
Sin embargo, aún se están evaluando los daños generados por los bombardeos israelíes y estadounidenses. Lo que preocupa al mundo es que Irán pueda mantener su programa de desarrollo nuclear en las sombras y de forma clandestina. Las instalaciones nucleares de Irán van de la mano con las reservas de Uranio y el último bombardeo complica aún más el rastreo por parte de la Oiea.
Tariq Rauf, exdirector de la política de verificación nuclear del Oiea, aseguró que “ahora será muy difícil establecer un balance de materiales para los casi 9.000 kilogramos de uranio, especialmente los casi 410 kilogramos enriquecidos a 60%.
El golpe de EE.UU. había sido pronosticado
La probabilidad de que Estados Unidos entrara al conflicto en Medio Oriente antes de julio había subido de 4% en mayo a 67% a mediados de junio. El pronóstico de Polymarket y Bloomberg, que está dentro del estudio de Mufg, dio en el blanco, pues Estados Unidos envió ayer sus aviones para atacar bases claves para Irán.
El informe había sustentado su predicción en varios hechos. El primero fue la censura que había recibido Irán por parte de Donald Trump; el segundo, el regreso urgente del presidente de EE.UU. del G7, quien abandonó la cumbre antes de tiempo.
Lo que pasó con los bombarderos y la incursión de Estados Unidos en la guerra es historia. Ahora, el mundo centra su atención en las repercusiones del ataque y cómo puede responder Irán ante los bombardeos de sus instalaciones nucleares. Teherán no ha mostrado un plan concreto de respuesta hasta el momento, pero prometió defenderse a toda costa.
La tensión se centra sobre el posible cierre del Estrecho de Ormuz
Como una cadena de acontecimientos, el reciente ataque de Donald Trump derivó en una amenaza de Irán con cerrar el Estrecho de Ormuz, un cuello de botella clave para la movilización marítima de petróleo. El informe de Mufg reveló que es un lugar geoestratégico, por el que pasan 88% de las exportaciones de petróleo del Golfo Pérsico y 25% del transporte de petróleo mundial diario.
“Representa uno de los cuellos de botella geoestratégicos más importantes para la economía mundial”, se lee en el informe. Ubicado entre Irán y Arabia Saudita y Omán, por el cuello de botella pasan 20 millones de barriles diarios de crudo y los buques que navegan sus aguas representan 30% del petróleo marítimo global.
Su cierre provocaría el estancamiento de 38% del petróleo saudí, 88% del petróleo del Golfo Pérsico y un déficit de 20% del transporte de Gas Natural Licuado, GNL. Asia sería el continente más afectado, pues 85% de los ingresos de petróleo y GNL tienen que pasar por el estrecho.
Los exportadores más dependientes son Irán, Irak, Kuwait, Catar y Baréin. Hoy se conoció, sin embargo, que el Consejo Supremo de Seguridad Nacional de Irán debe tomar una decisión sobre su cierre tras los bombardeos de Estados Unidos, según informaron medios locales iraníes.
Esmail Kosari, miembro de la comisión de seguridad nacional del parlamento, afirmó que “por ahora, el parlamento ha llegado a la conclusión de que debemos cerrar el Estrecho de Ormuz, pero la decisión final a este respecto es responsabilidad del Consejo”.
Expertos consideran que su cierre sería respondido con firmeza por Estados Unidos, que emprendería acciones militares. Legalmente, Irán no puede cerrar el paso de los buques, por lo que el Estrecho de Ormuz sería obstaculizado a la fuerza.
Se cree que, en lugar de poner barricadas para impedir el paso, atacaría con lanchas pequeñas y ágiles a las embarcaciones que los navegan, y accionarían ataques a distancia. Esta acción, ahuyentaría las embarcaciones y obligaría a buscar rutas alternativas