El diario The Wall Street Journal reveló que los grandes patrimonios están destinando sumas cada vez mayores para vivir con un nivel de privacidad extrema, apoyados en servicios y espacios diseñados exclusivamente para ellos. Un ejemplo son los desarrolladores Masoud y Stephanie Shojaee, quienes frecuentan zonas solo para miembros en restaurantes de Miami Beach y viajan en jets privados que los conectan con suites de lujo sin pasar por lobbies ni filas.
La tendencia se acelera por el crecimiento de la riqueza global. De acuerdo con cifras citadas por WSJ, el patrimonio de 0,1% más rico de EE. UU. llegó a US$23,3 billones en el segundo trimestre del año, más del doble que hace una década. Esta capacidad adquisitiva ha impulsado un ecosistema de restaurantes, clubes, resorts y edificios residenciales que ofrecen experiencias personalizadas, sin esperas y sin contacto con el público general.
Miami es uno de los epicentros de este fenómeno. La migración durante la pandemia y la llegada de empresas tecnológicas y financieras reforzaron la demanda por espacios exclusivos. Proyectos como Bentley Residences, en Sunny Isles Beach, integran servicios radicalmente privados: ascensores para carros que llevan directamente hasta cada apartamento —equipado con piscina propia y terraza amplia— y restaurantes internos donde las mesas están diseñadas para que los propietarios ni siquiera se vean entre sí.
“La privacidad es el lujo definitivo”, dijo al WSJ Gil Dezer, presidente de Dezer Development y creador del ascensor para vehículos. El empresario relató que su concepto proviene de experiencias personales en resorts aislados, donde la sensación de exclusividad absoluta —al punto de sentir que se tiene el lugar para uno solo— se ha convertido en el nuevo estándar para este segmento.
La demanda ha llevado a que los desarrolladores inmobiliarios reinventen sus propuestas. En ciudades como Miami, Dubái o Singapur, los proyectos residenciales están integrando tecnologías y diseños que garanticen desplazamientos fluidos y control absoluto sobre el entorno. Desde accesos privados y ascensores biométricos hasta restaurantes internos sin acceso al público general, la exclusividad se materializa en cada detalle arquitectónico.

El ecosistema también ha impulsado la aparición de proveedores especializados. Empresas de aviación ejecutiva, firmas de hospitalidad y clubes de membresía están ampliando sus portafolios para ofrecer rutas menos concurridas, check-in invisibles y experiencias personalizadas. El objetivo, según el WSJ, es que los usuarios no tengan que interactuar con multitudes ni someterse a procesos estándar que consumen tiempo.
Expertos citados por el medio destacan que este fenómeno seguirá creciendo mientras la riqueza global se concentre en un grupo reducido de hogares. Con fortunas que aumentan a doble dígito, los ultrarricos están redefiniendo el concepto de lujo: ya no se trata solo de objetos costosos, sino de vivir en un entorno protegido, eficiente y casi completamente ajeno al resto de la sociedad.










