La colonización española, además de traer productos como el vino, papas y demás, también trajo consigo tradiciones del viejo mundo como lo es el idioma español y una muy importante que son las creencias religiosas, en la que predomina el catolicismos y cristianismo.
Por esto, en América, en especial Latinoamérica, la religió católica-cristiana tiene mucha fuerza en número de creyentes, además de una cultura totalmente permeada por estas creencias.
Sin embargo, no todo el mundo comparte las mismas tradiciones del catolicismo como la Semana Santa, por lo que existen lugares donde, aunque respeten la libertad de culto, no consideran días festivos esta fecha, como lo es la gran parte de Asia central.
Por ejemplo, en Japón la influencia del budismo y las creencias sintoístas, que están centradas en la veneración de espíritus ancestrales y la naturaleza, explican la falta de creyentes en la Semana Santa. Aunque el cristianismo tiene presencia en el país, no alcanza una masa crítica que impulse la celebración a nivel nacional.
China, por su parte, si bien permite la práctica religiosa, no reconoce oficialmente la Semana Santa como una festividad, pero aún así las personas pueden desarrollar las actividades tradicionales de este evento sin ninguna dificultad.
Mongolia, con una clara mayoría budista, sigue un camino similar al no incluir la Semana Santa en su calendario de celebraciones. Corea del Sur, aunque con una presencia cristiana significativa, no ha adoptado este evento como una festividad nacional, aunque tampoco la restringe.
En las naciones de Asia Central como Kazajistán y Uzbekistán, la religión predominante es el islam, por lo que la mayoría de la población hace otras prácticas y celebraciones de dicha creencia como lo es Ramadán.
Vietnam también entra en los países asiáticos que no celebran la Semana Santa. En Ghana, en África, a pesar de la diversidad religiosa, la Semana Santa no se ha establecido como una tradición cultural extendida.
En Latinoamérica, aunque mayormente católica, existe un caso en donde no consideran a la Semana Santa como una celebración religiosa y que forme parte de la identidad cultural. Este país es Nicaragua, en la que Daniel Ortega ha prohibido llevar imágenes sagradas por las calles desde 2023.