Apenas cuatro meses después de que el presidente norteamericano Joe Biden anunciara la retirada de Estados Unidos de Afganistán, los talibanes tomaron el control de Kabul, casi 20 años después de que el grupo fuera expulsado del poder por las fuerzas de la OTAN.
Pocos preveían que fuera a ocurrir tan rápido. Aunque se advirtió de un resurgimiento de los talibanes en caso de que el ejército estadounidense se retirara, lograron llegar a Kabul en sólo nueve días. El ejército afgano, entrenado en gran medida por las fuerzas estadounidenses, pero aturdido por el agotamiento y la corrupción, fue incapaz de contener al grupo y, en muchos casos, se alejó sin disparar un solo tiro.
Uno de los mayores interrogantes en torno a los talibanes tras tomar el poder con tanta rapidez es cómo consiguieron el dinero para hacerse con el control y gobernar el país.
Según los expertos, los talibanes obtienen su financiación de diversas fuentes. Parte del dinero procede del comercio de opio y del tráfico de drogas, o de otros delitos como el contrabando. Además, el grupo grava y extorsiona a las granjas y otros negocios, y los extremistas participan en secuestros para obtener rescates.
El grupo también recibe donaciones de un amplio abanico de benefactores que apoyan su causa o lo consideran un activo útil, según los expertos.
“Las principales fuentes de financiación de los talibanes siguen siendo las actividades delictivas, como el tráfico de drogas, la extorsión, los secuestros para pedir rescate, la explotación de minerales y los ingresos procedentes de la recaudación de impuestos en las zonas bajo control o influencia de los talibanes”, señala el informe.
Tomado de: Infobae.