Por EDGAR CHERUBINI LECUNA
Al comenzar sus investigaciones sobre la naturaleza del tiempo, San AgustÃn (354-430) expresa: âEl pasado y el futuro son creados y ambos fluyen de lo que es siempre el instante presenteâ. Esta sabia afirmación la inserto en estas lÃneas que escribo sobre la obra poética de Leandro Area, debido a que uno de sus libros se titula Exceso de presente (1997), en el que el autor se pregunta sin ambages: â¿Quién no es el taxidermista de siÌ mismo?â. Deduzco entonces que en dichas páginas hay un exceso de pasado que fluye hacia un tiempo verbal conjugado en presente, cargado de instantes transformados en sentimientos y habitado por punzantes reflexiones sobre sà mismo. Aguijoneado por sus intuiciones Leandro Area marcha como un acróbata sobre una cuerda tensada a gran altura entre dos postes de amarre que Hölderlin definió con claridad: âLa PoesÃa es la más peligrosa de las obras, y a la vez la más inocente de las tareasâ (1). Â
Hito (del libro Exceso de presente)
A riesgo de perder la inocencia / escribo. / Limito y ordeno la intuición / el caos se hace triángulo / o palabra. / Es tal vez la irresponsabilidad mayor / y torpe / para quien aspira por momentos / a la imprevisión total de los hechos.Â
(Fragmento de Rito, del libro Exceso de presente)
Me interrogo hasta dónde puede el entusiasmo puro / convertir una ventisca en duda valedera / si la sorpresa es muda. / Hasta queÌ punto puede / un ciudadano tan común inmortalizar lo / cotidiano. / En el fondo ese es el drama / de querer trascender/ para dejar de ser pura ceniza / mientras todo transcurre y nada pasa.Â
Palabra (del libro Exceso de presente)
Palabra, hormiga negra. Trazo, triza, trenza. / Suma de horizontales restas / torcidas torpes / tripas tramposas. / Urbe de mil ventanas huecas. / Cabra, / clima que lame el lomo de la piedra / alimento purgante / búsqueda tropiezo / ascenso desenlace. / Salgan por fin / tuercas inhumanamente tercas. / Broten gemidos / irrisoriamente tristes. Digan de una vez / a queÌ obsesión aspiran / y déjennos tranquilos.
Al leer a Leandro Area, recuerdo la certeza con la que Enrique Gracia Trinidad definió el arte de la poesÃa: âEs oficio de vértigo este asunto de acuchillar palabras al papelâ (2). Area utiliza cuatro piedras de afilar para su cuchillo: Henry Morgan lo sabe (1987), Exceso de presente (1997), La casa extraviada (2000) y Virutario (2017). Los cuatro libros los leà al azar, sin orden cronológico, intentando integrar los fragmentos de una redención que acontece en esas páginas, porque ¿no es acaso su propia redención lo que busca un poeta? Al atisbar en ese umbral muy personal que Area describe al afilar las palabras de cada poema, me doy cuenta de que, en ellos, como en una holografÃa, el todo está presente en cada trozo. Antes mencioné la palabra atisbo y lo hice en el sentido de conjetura o vislumbre, al acercarme a escudriñar en ese umbral. Leandro Area escribe en un estilo libre de moldes y pretensiones, con una inusitada sinceridad consigo mismo, utilizando un lenguaje pleno de imágenes abstractas, unas veces, conciso y epigramático otras. Esto último me hace recordar a George Steiner cuando afirma que âlos lenguajes son ventanas que nos permiten asomarnos a la realidad de una manera únicaâ (3).  Buscando una imagen que me permitiera resumir y mostrar una analogÃa con sus poemas, tropecé con La Clef des champs de Magritte. Como sucede en esta pintura, Leandro Area abre su ventana para que el lector se asome a su intimidad, eso sÃ, debe romper el cristal para poder apreciar la belleza poética de lo incongruente.Â
Fragmento de Tiempo (del libro Henry Morgan lo sabe)
Tiempo: irremediable misterio de infinitos cajones. / El reloj es un truco de olvido, / más transparente que una ventana fuera de sitio, / en lugar de un techo, por ejemplo.Â
Planea una nube (del libro Henry Morgan lo sabe)
Camino de donde para cuando / y no recuerdo la marca / del cigarrillo que no fumo. / Prendo la noche y no aparece el dÃa. / Despierto y resulta que el mundo estaÌ durmiendo. / Se abre un baúl y no aparecen sino fotos futuras. / Registro mis bolsillos y surge una llave / de quién sabe queÌ puerta / que debo soportar como posible. / Planea una nube. Probablemente.Â
En sus poemas, Leandro Area logra sintetizar imágenes desde diferentes perspectivas, en las que representa al niño que, al caminar de espaldas, descubre vacÃos y ausencias, al adolescente insaciable de amores al son de boleros y despechos, finalmente al hombre que, al traspasar la lÃnea de la mediana edad, inicia el más peligroso de los peregrinajes en busca del paraÃso perdido. Al final del viaje, se da cuenta que ya no puede volver al lugar de donde partió y sin esperanza asume una fe salvadora en sà mismo, a pesar de sus incertidumbres.Â
Amigos (extracto, del libro Henry Morgan lo sabe)
La despedida fue más que larga. / Planes de reencuentro, / teléfonos que sabÃamos no sonarÃan jamaÌs. / Cada quien anduvo con su noche. / Yo iba con lo mÃo a cuestas / recordando el paraÃso perdido / el único que existe.Â
El guerrero (extracto, del libro Henry Morgan lo sabe)Â
Fue allà Ì, en la precisión de aquel instante / que inicia la costumbre de caminar solamente de espaldas intentando / el camino de regreso a los primeros pasos para / escarbar en el acto de sus propias raÃces, lo aún no recibido, / lo hasta ahora vedado.Â
Me faltas más que tuÌ (extracto, del libro Exceso de presente)
Sin ti estoy perdido/ en un desierto idéntico y eterno / donde abundan el agua en manantial y los frutos más dulces / para colmo de males, / pues no podreÌ morir / ni de sed ni de hambre sino de soledad / que es la pena, supongo, más cruenta de estar vivo / porque la soledad / es eternidad repetida al revés. / TuÌ no eres suficiente. Me faltas más que tuÌ. / Existo al encontrarte. / Por eso me repito: / se te pasoÌ la mano, corazón.Â
Cuando de paso estés (extracto, del libro Henry Morgan lo sabe)
Cuando de paso estés, no te detengas. / Hazlo como quien sabe de antemano que un nido es una huella que se borra. / Ten el coraje de no arrancarle la suerte a lo próximo. / Abandónate asà / sin que la dejadez invierta en entredicho / tu responsable desazón. /Paséate nada más / únicamente de soslayo / para que el otro lado de tu cara se desoriente para que tu previsión no / te acorrale.Â
Quizás Boris Cyrulnik acierta al decir que âuna pérdida sin palabras es un pozo sin fondo. Las historias que uno construye para llenar este vacÃo crean un sentido de existencia, a pesar de todo» (4). En Los barcos Ãntimos (Henry Morgan lo sabe), Area expresa con desazón: âTodo nacimiento es un destierroâ o, en Mi padre, (del libro La casa extraviada): Mi padre nació en Cuba / Nunca lo vi janas / Me dejoÌ en herencia / unas tremendas ganas de bailar.Â
Como nosotros (del libro Henry Morgan lo sabe)
Sepultados a la sombra de la Academia Palatina, Pipino, hijo de Carlo Magno, y Alcuino, / preceptor y amigo, / discurren sobre las formas del silencio. / El joven insiste luego de un / largo mutismo: «Maese, ¿queÌ es la escritura?», / y aquel que observa las hormigas sin tiempo responde: / «La conservadora de la ciencia». / «¿Y la palabra, maestro?» / Alcuino que ve el puñal de su cinto sin dudar alega: / «La traición del pensamiento» / El texto ha cancelado la memoria. / Por queÌ en vez de escribir no digo, bailo o callo, sin sentir disgusto o pena. / ¿Por queÌ nos duele tanto AlejandrÃa? / El libro es una ilusión occidental contra el olvido, objeto ritual frente a la muerte.
El escritor francés Romain Gary afirmaba que el humor es el arma blanca de los hombres desarmados. Es una forma de revuelta pacÃfica que desactiva la dolorosa realidad que les está sucediendo. En muchas de las páginas, Area emplea esa navaja: Nada de sumas/ reptas / El verbo agregar es letra mueca. (â¦) Los pianos nunca han escrito sus conciertos. (â¦) corbatas que no combinan con la historia.Â
En sus poesÃas, Leandro Area va desandando palabras desde el desasosiego a un desahogo incomprensible para quien no posee la llave del cálido recinto de las interpretaciones. Algunos de sus poemas se articulan mediante la yuxtaposición de escenas, de actos y acontecimientos hasta lograr una abstracción. A propósito de esto, Luis Camnitzer, artista conceptual, afirma que âel artista (â¦y yo añadirÃa, el poeta) es el que tiene la intuicioÌn disciplinadaâ (5). Por eso, al abordar la obra poética de Leandro Area, realicé un ejercicio de permutación de las escenas metafóricas a un marco intuitivo ya que éste funciona por asociación, como lo expresa Christophe Haag: âLa intuición es la activación del âinconsciente adaptativoâ, en el que el cerebro analiza el entorno y luego busca en el álbum de la memoria acontecimientos o emociones que tengan algo en común con la situación, de allà que una imagen desencadena una sensación y esta revela una ideaâ (6). Según Area, el tiempo es âun irremediable misterio de infinitos cajones. El reloj es un truco de olvido, / más transparente que una ventana fuera de sitio, / en lugar de un techo por ejemploâ; âCuánto pesa este sol de mediodÃa. / Se detiene el tiempo en relojes distintosâ; ââal mediodÃa la hora es la misma en todas partesâ sin importar el sigloâ. Pero, si bien la metáfora es la sustitución de una palabra por otra, la metonimia es la conexión de una palabra con otra palabra. La metáfora se liga con el ser, la metonimia con su falta. âSeÌ rÃo sin saberlo. Ya mar habrá una vezâ. Su poesÃa rebosa de metonimias y de incógnitas.Â
Teje (Henry Morgan lo sabe):Â
Nunca esperes que desde el otro lado del camino alguien alguna vez te diga que la ruta estaÌ abierta. / Mira bien delante de tus huellas / y recuerda como aquél que tiene tras de sà / el polvo de las noches sin suenÌo, / que la pálida oruga teje su muerte sin saberlo. / Las sombras jamás mienten, / la contorsión es otra treta de su estilo. No finjas el regreso / pues el sosiego no está sino detrás / de la muralla / que nunca encontraremos.Â
Area compone una oda muy particular a la ciudad que lo vio nacer: Alguna vez me iré / por el patio trasero / para evitar las despedidas / y encontrareÌ un aguacero en el desierto florido / al que nos parecemos. / Por eso en vidas futuras / no dudareÌ en queÌ ciudad nacer. / Novia y puñal, tuÌ: Caracas. Al finalizar la lectura de sus poemas, el lector no conocerá el secreto de sus perplejidades, solo rasgos de su geografÃa Ãntima y unos mapas que conducen al final del laberinto donde moran rabiosas confesiones: âSe pierde lo eterno al descubrir el tiempoâ; âUno no sabe por quÃ©Ì escribe o más bien siÌ lo sabe / y por eso lo escondeâ; âUno no entiende para quién escribe y por ello se oculta con lo escrito en alguna nostalgia salvadoraâ. A quienes osen hostigarle, les dice sin rodeos: âConvénzanse, muchachos: nadie me borraraÌ. Soy invisibleâ. Â
* Leandro Area Pereira es politólogo, diplomático, ensayista y poeta.Â
Notas
1 Martin Heidegger, Hoelderlin y la esencia de la poesÃa, ULA, 1968. Traducción y comentarios por Juan David GarcÃa Bacca.
2 Enrique Viloria Vera, Villas, pueblas y escritores. Centro de Estudios IbeÌricos y Americanos de Salamanca, 2017.
3 George Steiner, Grammaires de la créatión, Gallimard, 2005.
4 Boris Cyrulnik, La nuit, jâeÌcrirai des soleils, Edit. Odile Jacob, 2020.Â
5 Bea Espejo, Retrospectiva de Luis Camnitzer en el Museo Reina SofÃa, El PaÃs, 15/10/2018.
6 Christophe Haag, La Contagion eÌmotionnelle, Ed. Albin Michel, 2019.
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