El 16 de enero de 2025 ha marcado la historia de más de 40.000 personas que se han visto obligadas a dejar sus hogares por culpa del conflicto armado. Esta zona de Norte de Santander se ha teñido una vez más de sangre por los enfrentamientos entre el Eln y las disidencias de las Farc.
Y es que miembros del Eln, en la mañana de ese jueves, con listas en mano, tal cual como hace 20 años hicieron los paramilitares, pasaron casa por casa asesinando a todo aquel que encontrara. Sin embargo, esta no sería la primera vez que los catatumberos viven una oleada de violencia de gran magnitud.
Muchos de los habitantes que huyeron de la violencia recuerdan con dolor aquella arremetida paramilitar que tuvo lugar en los años 1999 y 2004, cuando el Bloque Catatumbo de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) llegó a la región para hacerle frente a las guerrillas.
Según los registros recolectados por el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) en el informe ‘Con licencia para desplazar’, las AUC llegaron a Tibú con el objetivo de controlar el territorio. En ese momento ejecutaron alrededor de 30 masacres y causaron el desplazamiento masivo de 34.000 personas.
Otro de los informes del CNMH, ‘Una nación desplazada’, también registra que, “en el año 2000, el accionar militar de las AUC con el auxilio de miembros de la institucionalidad estatal y el incremento de las fumigaciones, forzaron la huida de 50.834 personas de la región del Catatumbo […] El pico del éxodo fue en 2002, año en el que arribaron grupos paramilitares Los Caguaneros y el Bloque Norte, y se puso en marcha del Plan Patriota”.
El documento menciona que en Norte de Santander se trazó el patrón paramilitar de masacrar para desocupar territorios e imponer un nuevo orden social, político y económico, como lo señaló el Tribunal Superior de Justicia y paz en la condena contra Jorge Iván Laverde Zapata.
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Un habitante de La Gabarra, que pidió que su identidad sea anónima, le contó a La Opinión que el flagelo de la violencia vivido en 1999 volvía a repetirse de nuevo.
“Este es mi segundo desplazamiento. En el 99 fui desplazado por los paramilitares y ahorita con la guerra que se está sufriendo. En el 99 tenía como 15 años y recuerdo ese momento en la finca, los animales, el ganado, la casa en La Gabarra todo se perdió y otra vez se repite la historia y volví a dejar lo que tenía”, afirmó el hombre.
Con dolor y lágrimas en sus ojos, mencionó que después de recuperarse de aquella ocasión, ya había vuelto a recuperar su vida, ya tenía otra vez su finca, su familia y también animales, pero ya no tienen nada porque otra vez volvió a huir, temeroso de ser asesinado.
El hombre contó que otra parte de su familia quedó allá, imposibilitada por salir de la finca ya que no tenían recursos, pero por su esposa y sus hijas tomó la decisión de irse a Cúcuta.
Al igual que la gran mayoría de los habitantes que fueron obligados a salir de sus hogares, ellos vivenciaron los enfrentamientos, incluso, vieron los muertos que quedaban tendidos en el camino pero el miedo de morir era mucho mayor.
Algunos de los habitantes han vivido varios desplazamientos a lo largo de su vida a causa del conflicto armado. Foto: Carlos Ramírez, La Opinión
Así como él, este medio de comunicación también coincidió con el relato de una adolescente que su edad ronda entre los 15 y 17 años de edad. Ella estaba en la finca de una familiar el pasado 16 de enero, cuando muy temprano en la mañana les avisan que una guerra estaba por empezar.
Ella y su familiar se vieron obligadas a alistar sus maletas para salir de la zona de confrontación.
“En el camino veía los retenes del Eln, ellos asesinaban a todo aquel que no se detuviera y los viera, la mayoría de muertos eran hombres”.
La joven mencionó que ya estaba muy acostumbrada a ver esas situaciones, pero expresó que tanta violencia se proyectaba en la crianza de los niños, quienes crecen y la normalizan en su diario vivir.
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Ella contó que a causa de los enfrentamientos no pudo volver a clases el 20 de enero, día en el que iniciaría su once grado. Cuando La Opinión le preguntó acerca de sus compañeros de colegio, respondió que no sabía nada de ellos, lo último que supo es del asesinato de dos compañeras que habían sido reclutadas por un grupo armado y posteriormente asesinadas en los últimos días.
La esperanza de esta joven es que cese esta violencia y así como ella, muchos niños y adolescentes puedan volver a sus hogares para retomar sus clases.
Firmantes de paz: población amenazada
El Eln ha comunicado en repetitivas ocasiones que los hechos violentos de los últimos días se deben a una guerra declarada contra las disidencias de las Farc y supuestamente, firmantes que habrían retomado a las armas.
Sin embargo, los firmantes solicitan al Eln una explicación a sus afirmaciones.
Sandra Ramírez, senadora del partido Comunes y firmante de paz, habló con La Opinión y dijo que, “es muy desafortunado sobre todo de dónde vienen las balas y que hoy a 8 años del Acuerdo de Paz nosotros tengamos que sumar y sumar cifras a los asesinatos”.
La senadora reveló que hay más de 440 firmantes de paz asesinados, a los que ahora hay que sumarle la cifra de los asesinatos en Catatumbo.
Ramírez mencionó que los excombatientes hoy son una comunidad y que además son personas que no tienen armas y están en proceso de reincorporación.
Sobre esto también se refirió un firmante de paz, cuya identidad se mantendrá en anonimato, quien explicó que en el Catatumbo, hasta el 16 de enero, residían alrededor de 627 excombatientes que decidieron dejar los fusiles y apostarle a la paz.
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“Hoy sobra contar una historia muy fatal para unas personas que estamos desarmados y trabajando en nuestro proceso de reincorporación, pero hoy las organizaciones en armas, específicamente el Eln nos declara la guerra y nos la declara con una justificación donde dicen en comunicados que el que no está en la disidencia de las Farc, está trabajando con el enemigo”, expresó.
El excombatiente sostuvo que esa situación los deja en una desventaja y con mucha preocupación, pues ya son ocho años en los que han trabajado para reincorporarse en la sociedad civil.
“Algunos líderes y nuestros coordinadores a nivel nacional expusimos que no queríamos que se fuera a repetir la historia del M-19, de la Unión Patriótica con la exterminación de procesos y acuerdos que se han hecho en el país”, sostuvo.
Militantes de la UP: en peligro otra vez
El grupo armado Eln también ha atentado contra la vida de los militantes de la Unión Patriótica en el Catatumbo.
El partido político denunció en un comunicado que, “entre las personas afectadas hay presencia de líderes del movimiento campesino y social, concejales, dirigentes políticos, sobrevivientes y afiliados a la Unión Patriótica, quienes han sido víctimas del exterminio y el genocidio por parte del Estado y el paramilitarismo, y que ahora son revictimizados por el conflicto armado”.
“Tenemos casos de compañeros que fueron víctimas de la incursión paramilitar en el 99 y en el 2000, que perdieron a sus padres, hermanos y tuvieron que padecer ahora en las circunstancias actuales, la agresión de una organización que se supone actúa en el campo de la subversión”, mencionó un militante de la Unión Patriótica.
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La persona dijo que para los sobrevivientes de la Unión Patriótica la crisis en el Catatumbo es totalmente incomprensible.
“Tuvimos que hacer la presión a nivel nacional e internacional para que estas personas que son civiles, sobrevivientes de la Unión Patriótica y que ha sido víctima de un exterminio y un genocidio, no tengan que ser ahora revestidas por el Eln”, enfatizó.
Llamado a la paz en el Catatumbo
Entre tanta violencia, sangre y balas, lo que más añoran los habitantes del Catatumbo es que haya paz. Muchos de los pobladores de esta región anhelan que los enfrentamientos cesen y puedan retornar a sus hogares, pues allí lo tienen todo.
Así mismo, han pedido al gobierno Nacional garantizar la vida de los catatumberos, que den inversión social y además, la firma del pacto Catatumbo, ya que en ese proyecto, está todo un plan estratégico de desarrollo en la región.
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