En una jugada que ha levantado una ola de controversia, el presidente de la junta directiva de Ecopetrol, Saúl Kattan, se ha alineado con el discurso del presidente Gustavo Petro sobre una posible alianza con la empresa estatal venezolana PDVSA. En un momento en que el país busca reactivarse económicamente, ¿es realmente prudente mirar hacia Venezuela para encontrar soluciones? La historia reciente nos dice que no.
La reciente reunión entre Gustavo Petro y Nicolás Maduro en el Palacio de Miraflores, donde se discutieron temas de migración, transición energética y la posibilidad de que Ecopetrol se convierta en socio de PDVSA, ha sido recibida con escepticismo. Aunque Kattan ha asegurado que hasta el momento no hay nada concreto, su disposición a explorar esta “idea” es alarmante. ¿Acaso se ha olvidado de la grave crisis que atraviesa la industria petrolera venezolana, marcada por la corrupción, la ineficiencia y una infraestructura en ruinas?
Unirse a PDVSA sería como atarse a un barco que se hunde. Los antecedentes de PDVSA, una empresa cuya gestión ha estado plagada de escándalos y que ha visto caer su producción de manera drástica en los últimos años, deberían ser motivo suficiente para que Kattan reconsidere sus opciones. ¿De verdad es una buena idea poner en riesgo la estabilidad de Ecopetrol por una asociación con una entidad que apenas logra mantenerse a flote?
Petro ha manifestado que Venezuela podría convertirse en un motor para la economía colombiana y ha propuesto una integración energética de doble vía. Sin embargo, lo que parece ser una oportunidad de negocio podría transformarse en un fiasco si no se evalúan adecuadamente los riesgos involucrados. ¿De qué sirve traer “energías que aún subsisten” de un país que ha mostrado repetidamente su incapacidad para garantizar un suministro confiable?
Kattan, al reconocer que hay “mucho que analizar y revisar”, parece estar consciente de los peligros que implica esta alianza, pero la mera idea de explorar negocios con PDVSA es inquietante. La opción de comprar gas venezolano en caso de deficiencia no es un plan a largo plazo, sino un paracaídas en una caída que se podría haber evitado.
Un estado integral cuestionable
El presidente de Ecopetrol también ha indicado que se debe revisar el estado de PDVSA de manera integral, pero esta evaluación debería haber sido el primer paso antes de siquiera considerar una asociación. La pregunta fundamental es: ¿por qué arriesgar la reputación y estabilidad de Ecopetrol al aventurarse en un territorio tan incierto? La infraestructura de PDVSA es un rompecabezas que ni siquiera ellos pueden resolver, y unir fuerzas en este escenario podría resultar en un daño irreparable para la empresa colombiana.
Un llamado a la reflexión
La posibilidad de que Ecopetrol se convierta en socio de PDVSA, aunque aún en fase de “idea”, debe ser motivo de una profunda reflexión por parte de sus directivos. El riesgo que conlleva asociarse con una empresa en crisis no es solo una cuestión financiera, sino que también involucra la reputación y la confianza del pueblo colombiano en su principal empresa estatal.
Es momento de que Saúl Kattan se replantee sus prioridades y elija un camino que lleve a Ecopetrol hacia una verdadera sostenibilidad y responsabilidad, lejos de las sombras de un socio que podría ser más una carga que una ayuda. La historia de PDVSA es un claro recordatorio de que, a veces, mirar hacia el pasado no es la solución; debemos buscar nuevos horizontes que garanticen un futuro más sólido y seguro para Colombia.