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Opinión │El gran fracaso escolar, por Miguel de Zubiría

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Opinión │El gran fracaso escolar, por Miguel de Zubiría

De diez niños que ingresan al sistema educativo solo dos son exitosos: obtienen un título técnico o tecnológico y otro título profesional.

Los jóvenes protestan porque están mal educativa, laboral y psicológicamente, con pocas y pobres posibilidades en los tres campos. Hay dos explicaciones alternativas; la primera, económica, política y del sentido común. La otra psicoeducativa, que desarrollaré en extenso.

Para la primera, los muchachos están mal porque la educación es costosa; sobre todo la universitaria. Están mal laboralmente porque hay pocos puestos para jóvenes, con salarios bajos. Por esto están mal psicológicamente; en consecuencia, proponen la gratuidad educativa, y subsidios al empleo juvenil.

Medidas válidas si el malestar tuviese causas económicas y por ende soluciones económicas. Aunque podría ocurrir que tanto la explicación como sus posibles soluciones no solucionen nada, lo que me temo.

La educación no es costosa. Los colegios estatales son gratuitos, e incluyen alimentación, uniformes, transporte y subsidio mensual a los padres por cada hijo. Sin embargo, según el Informe OCDE Education at a Glance 2018, en Colombia solo 22% de los adultos de 25 a 64 años tiene título universitario. OCDE promedio 38%. (El Tiempo 11/09/2018). Esto es dos por cada diez.

En su interesante artículo en la Revista Semana (18/10/2020) Ángel Pérez agrega un segundo dato demasiado preocupante: “De acuerdo con los antecedentes de los últimos cinco años, 600.000 estudiantes finalizarán la educación secundaria en 2020. Tampoco habrá futuro, pues más de 300.000 estudiantes solo llegarán hasta el grado 11, porque no tendrán cupos ni recursos para poder continuar el proceso educativo en la educación superior… La tasa de tránsito inmediato (de la educación media a la superior) no pasa en Colombia del 40%, cada vez más cercana al 60% para quienes terminan en colegios privados y a 30% para quienes terminan en colegios públicos”.

Sin embargo, el autor toma la ruta trillada económica y política de “…porque no tendrán cupos, ni recursos”. Como si estas fuesen las verdaderas causas y por ende sus posibles soluciones, que comenzaremos a ver que podrían no serlo.

¡Las distancias educativas son aterradoras! En los adultos jóvenes, entre 25 y 34 años, en promedio 17% de la OCDE no poseían bachillerato. Y en la ejemplar Corea del Sur solo 3% no. (Palabra maestra. 21/01/2016). ¿Por qué ellos sí, y nosotros no?

Allí no concluye el enorme problema psicoeducativo. La mitad de lo bachilleres no ingresan a la universidad, quedan con pobres posibilidades laborales, de aquí hasta finalizar sus días. En gran parte porque carecen de las destrezas intelectuales para este nuevo nivel más exigente, no se las enseñaron, ni saben qué quieren en verdad, tampoco se lo enseñaron.

En silencio, ante nuestras narices, ha ocurrido una gran exclusión educativa, una de las grandes causas del enorme malestar juvenil, con consecuencias psicológicas de por vida sobre los niños, sus padres y la sociedad en conjunto. Todavía no acaba la situación aberrante; la mitad de quienes ingresan a la universidad deserta en algún semestre antes del grado.

En suma, de diez niños que ingresan al sistema educativo solo dos son exitosos: obtienen un título técnico o tecnológico y otro título profesional; uno de treinta un postgrado. Los demás, saben lo básico, pero carecen de cualquier certificación laboral.

¡Una completa tragedia para ellos, para sus padres y para el país! ¿Es esto justo? ¿Por qué ocurre? ¿Tiene algo que ver la psicología con este tema?

Por: Miguel de Zubiría

Psicólogo. Investigador de la infelicidad y el sufrimiento

@migueldezubiria

 

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