Inflación bajo control

Después de pandemia, año 2020, el país volvió a sentir la angustia de incrementos de precios por encima de lo normal, luego de 21 años volvimos a ver una inflación global de dos dígitos, la de alimentos bordeando el 25%, y un Banco de la República subiendo la tasa de intervención en 100 puntos mensuales, varias veces seguidas. El fantasma del descontrol se hizo visible.

A la recesión del Covid le siguieron dos años de recuperación, con tasas de crecimiento históricamente altas, financiadas con crédito público, interno y externo, desde el Fome hasta el FMI, pasando del 49% al 61% del PIB en menos de 18 meses, dinero que se le inyectó a la economía y estimuló la demanda, sin respuesta adecuada en la oferta, dejando como secuela mayores precios, sobre todo en alimentos.

En los 25 meses transcurridos entre marzo de 2021 y de 2023, la inflación pasó de 1.51 a 13.34, con fuerte incidencia en alimentos, que pasaron de 1.34 a 25.57, y el bajo impacto de haber congelado el precio de los combustibles.

La tarea posterior se concentró en mejorar el abastecimiento de alimentos y reducir el impacto del ajuste de los combustibles, gasolina y diésel, con esos dos propósitos en mente, el IPC se redujo paulatinamente, hasta 4.82 en junio del 2025, llevando alimentos a 3.12 y combustibles a 0.49, habiendo cerrado el déficit del FEPC para gasolina.

En los últimos tres meses, julio, agosto y septiembre, la inflación ha retrocedido, hasta 5.18 la general, 5.17 la de alimentos y 1.30 la de combustibles, reflejando los retos del corto plazo a resolver.

En productos frescos, frutas, verduras tubérculos y hortalizas, el problema se localiza en aquellos que no son de temporada y presionan el agregado en el corto plazo, caso de plátanos, naranjas y tomate, mientras el mayor impacto se tiene con ultra procesados, cárnicos y confites. En combustibles se vive la coyuntura del gas y el precio del importado.

La inquietud, a esta altura del año, es saber el grado de control de la inflación y la posibilidad de un rebrote, que dificulte cumplir los objetivos del gobierno y el banco central. Una comparación del comportamiento mensual de la inflación en los últimos cinco años (gráfica) muestra que la perspectiva más factible es la de repetir los resultados del 2024, manteniéndonos lejos del descontrol del 2022.

El comportamiento mensual normal de la inflación es el de tener la mayor asimilación de los ajustes de costos en los tres primeros meses del año, en los que se asumen los efectos del salario mínimo, los costos educativos y el impacto de los precios públicos e indexados.

En los años 2022 y 2023, el primer trimestre, en año corrido, sumó 4.36 y 4.56, en ascenso, respectivamente, mientras en 2024 y 2025 solamente fue de 2.73 y 2.62, en descenso, a pesar del mayor incremento del salario mínimo. Al mes de septiembre, tres trimestres, la brecha con el 2022 es grande, en ese año acumuló 10.08 y seguía subiendo, mientras en los años siguientes va en descenso, en el 2023 fue 8.01, 4.58 en el 2024 y 4.55 este año.

Gráfico LR

 

A favor del control de la inflación se encuentra la estabilidad de la tasa de cambio, muy por debajo de lo pronosticado en cantos agoreros, reduciendo el impacto de la llamada inflación importada. Los riesgos provienen por los lados de la inflación de demanda, temas de escasez, o la de costos, ajuste de precios y utilidades. El mayor riesgo de corto plazo está en el precio del gas importado y su traslado a la cadena de valor.

La senda de recuperación del crecimiento económico continúa, lentamente y sin financiamiento con deuda, no es un crecimiento al debe, como el de los años 2021 y 2022, sino con esfuerzo colectivo, en agricultura y su transformación, más manufactura y turismo, en preparación de la alta temporada, y menor desempleo, a pesar de los altos costos financieros. El Banco insiste en frenar la demanda y lo que se requiere es promover la oferta.

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