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Opinión | Ojo con la Cabal. Por Federico Gómez Lara

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Opinión | Ojo con la Cabal. Por Federico Gómez Lara

Por Federico Gómez Lara

@federicogomezla

Nunca pensé escribir esto. Pero debo reconocer que, a precios de hoy, la senadora María Fernanda Cabal es tal vez la carta más fuerte que tiene la derecha para conservar las llaves del Palacio de Nariño. Se equivocan de cabo a rabo aquellos que siguen viendo su aspiración como una entretenida e inofensiva puesta en escena política para la galería.

Es fácil caer en el juego de subestimar a la pintoresca parlamentaria. Muchos quisiéramos creer que el electorado colombiano es lo suficientemente maduro como para no entregarle el manejo del Estado a una señora dicharachera que se pasea por las cabinas de radio diciendo cuánta barbaridad se le viene a la cabeza. Pero la realidad es otra: si la Cabal mueve bien sus fichas, no es imposible que acabe en la segunda vuelta. Y procedo a explicar por qué:

En primer lugar, todo apunta a que será ella, y no Óscar Iván Zuluaga, quien cuente con el apoyo irrestricto de Álvaro Uribe para enarbolar las banderas del partido. En las toldas de esa colectividad se comenta que el expresidente y su hijo Tomás andan dichosos con la candidatura de quien ha sido una de sus más cercanas escuderas. Más allá de las preferencias del líder del Centro Democrático y de la nueva animadversión que se dice le genera la candidatura de Zuluaga, veo difícil que alguno de los candidatos hasta ahora anunciados pueda derrotar a la Cabal en franca lid.

El mecanismo para elegir al ungido del uribismo está aún por definirse. Pero, sea una encuesta o una consulta entre los aspirantes, lo más probable es que Cabal gane por goleada. Su estrategia de comunicación ha resultado mucho más efectiva que la de sus rivales. Ninguno de ellos puede competirle en presencia mediática. Cuando a la Cabal le prenden el micrófono, empieza la puesta en escena y cada frase que sale de su boca, por provocadora y escandalosa, termina convertida en un titular. Así, a punta de afirmaciones vacías y de señalamientos sin fundamento, María Fernanda logra siempre su objetivo: sin gastar un solo centavo, su nombre termina colonizando las páginas de la prensa y las tendencias en las redes sociales.

La senadora, a diferencia de casi todos sus rivales en el uribismo, entendió temprano que el gobierno de Iván Duque iba a resultar un desastre. Ella, en una habilidosa apuesta política, supo calcular que ser asociada con la actual administración equivalía a un suicidio electoral. Así las cosas, María Fernanda se dedicó a darle palo todos los días al mandatario que ella ayudó a elegir. Con esa movida mató dos pájaros de un tiro: presentarse como una mujer franca y que dice las cosas por su nombre, y vender la idea de que ella no tiene nada que ver con el fracaso del presidente Duque.

La campaña que viene, si las cosas siguen su curso y si el centro no se sacude, se moverá entre los extremos. Decir que Petro estará en la segunda vuelta hoy es casi una certeza. La mesa está servida para que una candidata radicalizada, sectaria, ultraconservadora y sin pelos en la lengua se crezca a punta de mentiras vendedoras y convenza a la gente de que es la única salida para atajar el temido castrochavismo. Ojo con el 2022.

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